domingo, 1 de marzo de 2015

TOR y los totalitarismos


Repasando un número atrasado de Bloomberg Businessweek, he encontrado dos artículos muy interesantes. Uno (The Inside Story of Tor, the Best Internet Anonymity Tool the Government Ever Built, por Dune Lawrence) versa sobre la expansión del uso de TOR, un sistema de navegación anónima por Internet, concebido inicialmente por la defensa norteamericana y que actualmente es de uso común en ciertas áreas de internet. Por cierto, la prensa se ocupaba hace unos meses de un posible ataque en esa red.

Si bien existe la sospecha de que es vulnerable, lo más probable es que TOR sea muy difícil de hackear para las agencias de espionaje, y justamente por ese motivo lo utilizan aquellos que quieren mantener sus comunicaciones libres de miradas indiscretas, que casi siempre provienen de los mismos lugares: las inteligencias de los Estados. TOR por ahora es un amigo circunstancial de mucha gente, unos que defienden la democracia en países autoritarios, y otros que hacen actividades poco o nada confesables en Internet.

Lo que me ha parecido más curioso es cómo el enemigo de los Estados a menudo es creado por ellos mismos. De la misma manera que ahora todos se llevan las manos a la cabeza en Occidente ante el surgimiento del Estado Islámico que ellos mismos han contribuido a financiar, TOR es un proyecto inicialmente de origen federal (norteamericano, vamos), que hubo de salir al mundo exterior (internet) para poder nacer como herramienta de trabajo de la inteligencia, pero que la sociedad civil adoptó instantáneamente. Así, los hijos bastardos de los Estados Sombríos, de los que en la oscuridad parecen llevar las riendas del mundo, demuestran tener vida propia, y se pueden convertir en los peores enemigos de quienes los han creado.

Luego leí un artículo en la misma revista (lamento no haber encontrado el link directo) sobre el ascenso de los gobiernos totalitarios aparentemente surgidos de las urnas en diversos países, como Egipto, Rusia o Tailandia, que se suman a Estados totalitarios per se, como China -un caso realmente peculiar que parece mantener un exitoso (para algunos al menos) sistema dictatorial ablandado por una economía capitalista de gran agresividad-. Hay quienes consideran todo eso una especie de nueva tendencia del mundo actual, que parece llevarnos hacia una oficialización del abuso de autoridad de gobiernos que se aprovechan de las mayorías concedidas por los votantes para tomar el poder en sus países y destruir las escasas herramientas de control ciudadano que aún sobreviven. Pensemos en el giro radical de Egipto, por ejemplo, actualmente una dictadura militar tras pasar por una esperanzadora "primavera árabe".

Esto es preocupante, más aún porque cuanto más leía el artículo más me convencía de que España está pasando por un proceso similar y tan oscuro como el de esas otras “democracias en proceso de fallo” a las que se refiere el articulista. Los casos son siempre análogos: gobiernos de tinte conservador (es decir, apoyados por las élites tradicionales) llegan al poder con mayorías parlamentarias, generalmente a causa del voto rural y el miedo, ganado a base de un populismo ridículamente basto pero, a lo que se ve, efectivo, y deciden aprovechar esas mayorías que probablemente nunca más recuperen para emprender un “ahora o nunca” de cambios radicales de todo tipo en sus países, modificando decenas de leyes, desintegrando las herramientas de control popular, colocando a "los suyos" en áreas fundamentales del Estado, y en resumen, asegurando a “quienes les pagan los sueldos” (que, amigos, despertad, no somos nosotros) la herencia de un país fácilmente controlable y manso.

Los ejemplos que cita el artículo son de países con amplios sectores rurales y una escasa penetración de la alfabetización, pero en España podríamos crear un símil. No conozco las cifras exactas de tendencias de voto en diversas regiones del país, sobre todo las que relacionen voto urbano con rural o de pequeñas provincias, pero es un hecho que existen feudos para la derecha, como Levante, Centro y algo del Cantábrico, mientras que en en otras regiones ese apoyo está más equilibrado, como Catalunya (si bien CiU no es más que derecha, pintada con el tinte nacionalista, pero conservadurismo en ocasiones tan o más rancio que el “oficial” español y, a los hechos me remito, igual de corrupto), Canarias (ídem que Catalunya) o Extremadura. En otra CA, al menos en las elecciones de 2011, se mantuvo un elevado voto hacia la izquierda; se trata de Andalucía. Son razones históricas y coyunturales las que provocan estos movimientos, pero no estaría de mas examinar hacia dónde se encamina el voto rural y hacia dónde el urbano en esas regiones. Probablemente nos llevaríamos sorpresas. 

En España, por otro lado, el campo se ha ido abandonando sin pausa desde mediados del siglo pasado, lo que ha llevado a que una parte de lo que fue una floreciente sociedad agraria sea ahora un secarral abandonado punteado por pueblos en agonía. Así, la gente del campo se trasladó a las ciudades, y se debió de contagiar en cierta medida de la forma de pensar que imperara en ellas. Pero no es lo mismo la tendencia urbana política en Valladolid que en Córdoba, por poner dos ejemplos, o en sociedades asfixiadas por su tamaño, como la Gomera o El Hierro, y mega urbes como Barcelona o Madrid.

El hecho es que España ha tomado, a su manera, esa deriva autoritaria de la mano de un gobierno conservador que está forzando demasiado la máquina. No sé si existe conciencia entre las personas que actualmente lo forman de que sus intentos, que tal vez podrían colar en otras latitudes, pueden costarles muy caro en el futuro. El hecho es que un partido vertical como el PP, que no ha conocido la democracia interna, que vive además inmerso en un contradictorio pensamiento clerical, tardofranquista y antiguo bastante deprimente, no conoce la realidad que le rodea, y actúa como un sonámbulo, lo que le convierte en la peor opción racional para gobernar un país como España en estos momentos. Probablemente, esta incapacidad del PP, cada vez más pública y notoria acabará estallando (con el descubrimiento casi diario de más y más casos de corrupción), de modo que los españoles comprendan el desastre que arrastra el dar mayorías absolutas a personas que no merecen esa responsabilidad.

Sólo el tiempo dirá lo que ocurrirá en España, pero dependerá también de lo que pase en nuestro entorno. El gobierno español actual vive de espaldas a la realidad, confiando en que si hacen lo que se les ordena desde la troika todo irá bien. Pero todo lo que emana de ese objeto que todavía llamamos Europa está aún más ensimismado y perdido que nuestro gobierno. La combinación es muy peligrosa.

Tiempos fascinantes estos, en los que lo viejo dará paso a lo nuevo, según el viejo adagio. Lo que pudo ocurrir en 1975 va a ocurrir (tal vez) en 2015. Este paréntesis en el que España ha intentado crear una democracia y le ha salido una oligarquía ya vemos lo que ha dado de sí, y llega a su conclusión. Ahora mismo está empezando a implosionar.

sábado, 28 de febrero de 2015

Addjacent


Hemos desarrollado Addjacent, un juego para Smartphones Android que puedes descargarte desde Google Play en versión free (con publicidad) y full (con niveles ilimitados) esta última al módico precio de 1,20 Euros.

Addjacent está basado en un concepto de Yeray Rodríguez, compañero de aventuras en otros proyectos de videojuegos y tecnología, y estamos empezando a lanzarlo y a darle viralidad. El diseño y las animaciones del interfaz son cosa del gran Santiago Verdugo, de Sopa de Sobre, que también ha trabajado conmigo en varias películas y cortometrajes



¿Que de qué va? Esta es la descripción del juego que puedes encontrar en Google Play:

Enfréntate a la Inteligencia Artificial de tu dispositivo en un desafío estratégico totalmente nuevo.

En Addjacent cada jugador debe competir para obtener la mayor puntuación, pero sin quedarse atrapado en el tablero ¡No se puede volver a las casillas por las que se haya pasado! Otras casillas tienen efectos particulares que cambian completamente la estrategia a seguir: inversión de posiciones, puntos al azar, promediado de las puntuaciones...


Decenas de niveles llenos de desafíos para poner a prueba tu ingenio.


Así que no te cortes en bajártelo y pasarlo bien con él, que para eso está  :-)

Todavía no hay versión para iPhone, pero todo se andará.

sábado, 21 de febrero de 2015

Servidores Sirena



Jaron Lanier ha publicado recientemente en España (Ed. Debate, 2014) su ensayo “Quién controla el futuro”. Lo interesante del libro, amén de sus ideas, es el propio autor y su circunstancia. Lanier es considerado un “gurú” de la Realidad Virtual (VR con sus siglas en inglés; por cierto, que él mismo inventó el término), esa tecnología que permite mostrar a las personas lugares y espacios generados mediante ordenadores en los que poder sumergirse y percibirlos como si fueran reales. Lanier inventó el dataglove o guante de datos, un periférico que permite al usuario de un sistema de VR el interactuar con él y el tener además sensaciones táctiles en sus dedos y manos.

Lanier, todo un curtido habitante de Silicon Valley y de los ambientes universitarios en la era dorada del nacimiento de la informática, es un poco más joven (nació en 1960) que los Padres Fundadores de la informática personal, Steve Jobs, Bill Gates (ambos nacidos en 1955) o Steve Wozniak (1950), pero es mayor que Mark Zuckerberg (1984), fundador de Facebook o que Sergey Brin y Larry Page (nacidos en 1973), creadores de Google. Es decir, está en una posición muy interesante para contemplar el estado actual de cosas en internet, de dónde venimos y hacia dónde parecemos dirigirnos.

Vivimos en un mundo en perpetuo experimento. Ninguno de nosotros tiene la menor idea de lo que pasará mañana, ni en el siguiente minuto, pero aceptamos esa incertidumbre constante y procuramos vivir con ella. De esa misma manera, en esa especie de singladura universal humana por el mar de la incertidumbre, aparte del azar natural, vivimos entre los cambios que generamos nosotros mismos. Esos cambios ocurren a nuestro alrededor continuamente, y nos lanzamos a experimentar con ellos. Unos resultan exitosos; otros, catastróficos. No hacemos ensayos ni estudios sobre lo que podrá pasar; simplemente, la humanidad se arroja en ocasiones en brazos del cambio generado por ella misma, con la esperanza y el optimismo de que “todo va a ir bien”. Y no siempre pasa así. Pensad en lo que ocurrió en el mundo cuando Watt inventó la máquina de vapor (cambió todo, para bien, y para mal), o cuando Marx recicló en su teoría filosófica la Lucha de Clases (conocida previamente desde Maquiavelo) y un país entero decidió poner en práctica a su manera aquellas ideas en 1917. O cuando unos chicos en Californa, entre nubes de marihuana decidían fabricar un ordenador para que la gente lo tuviera en su casa en unos tiempos en los que aquello parecía un sueño loco. Esas cosas cambian el mundo. Son acontecimientos de enorme trascendencia. Ahora la gente vive pegada a sus teléfonos inteligentes, no podemos estar sin el Whatsapp o el Facebook, que no existían hace nada, seis o siete años. Esos cambios a los que nos arrojamos a diario tienen consecuencias. En la gente, en su forma de comunicarse, en la educación, en la convicencia, en las relaciones, en miles de pequeños gestos diarios. Son esas decisiones colectivas, que la Humanidad toma en silencio, dejándose llevar por las modas, las nuevas ideas, aceptando unas y rechazando otras, o eligiendo entre alternativas y posibilidades que la vida les, nos, pone delante, las que nos forman como civilización.

Pues nuestro amigo Lanier dice que todo lo que está pasando no le gusta demasiado, y que no parece que vayamos por buen camino con las últimas decisiones colectivas que hemos tomado. Para él, estamos en la era de lo que él llama los “servidores sirena”, servicios en una internet ubicua, que se han vuelto imprescindibles para la gente, pero que son monopolísticos, intrusivos, espían a las personas, y generan unos problemas gigantescos. En este momento quienes más sufren los efectos negativos del “mundo de los servidores sirena” en el que la raza humana empieza a entrar, son las personas que viven de tareas de creación de objetos fácilmete copiables por medios digitales. El cine, la música y la literatura han sido arrasadas por los “servidores sirena”, que basan gran parte de su éxito en la copia infinita de archivos digitales, con el precio a pagar de que ellos, los servidores, reciben un gran beneficio de cada copia de esos archivos, pero estos resulta que se vuelven “no monetizables” y pierden su valor objetivo hasta hacerse prácticamente cero.

Muchas industrias caerán, según Lanier, a medida que sus productos se puedan obtener mediante archivos digitales. Imaginad ahora que las impresoras 3D que poco a poco empiezan a aparecer en todas partes se hacen tan sofisticadas que puedes imprimirte un coche entero a partir de unos archivos en PDF. En unas horas podrías tener tu flamante utilitario aparcado ante tu casa a coste cero. Entonces, la industria del automóvil sería la siguiente en perecer. Luego, si se pueden copiar e imprimir comidas, acabaría la de la alimentación, y así sucesivamente. Los “servidores sirena”, al alojar los archivos con los “planos” de los objetos a copiar, serían siempre beneficiados, pero a costa de arrasar industria tras industria, hasta que no quedara prácticamente nada; sólo aquello que no se pudiera copiar por medios digitales. Y en esas condiciones, la depauperación humana y la hambruna a la que asistiríamos no tendría precedentes. Llegaríamos probablemente a un estado de cosas insostenible, en el que hasta los propios “servidores sirena” se extinguirían, al no poder tener clientes que pagaran sus servicios. Todo el mundo parece, no obstante, embebido en la nueva religión optimista del papanatismo tecnológico, con mantras como estos: los “servidores sirena” son buenos, lo que hacen beneficia a la humanidad, son “disruptores” (palabro que maravilla al nuevo tecnopapanata), pues “rompen con lo antiguo”, olvidando aquella frase tan famosa que uso mucho últimamente, la de “¡si funciona, no intentes arreglarlo!”

A todo esto se añade un espejismo para Lanier, el del “Big Data”. El concepto de moda. El nombre que se pronuncia en las conferencias top del mundo digital. El uso de la ingente información que “servidores sirena” como Google o Facebook obtienen de sus clientes, que por cierto, tendrían derecho a su parte del pastel, porque sus datos, aportados voluntariamente -al menos eso pone si te lees el contrato de aceptación de condiciones de sus servicios- son la savia que alimenta a los “servidores sirena” -eso sí, como son copiables, no tienen valor monetario-. Lanier pide que se activen micropagos para todos los ciudadanos que ceden su información a los “servidores sirena”. Porque sí. Porque es justo. Porque es la única manera. Ahora sólo un lado de la ecuación se beneficia -monstruosamente- de la obtención del “Big Data” de millones de personas. El otro lado, nosotros, los que somos espiados, no vemos nada de los posibles beneficios de todo ese tráfico de nuestros datos personales.

Pero el “Big Data” es para Lanier un espejismo: datos con correlaciones forzadas probablemente falsos, que pueden usarse para demostrar cualquier cosa, o para cometer errores garrafales, como basar en ellos decisiones de máxima gravedad -elegir a quién hacer una póliza por parte de una empresa de seguros, por ejemplo-. También se fían demasiadas cosas a la Inteligencia Artificial, un concepto bastante escurridizo, al que se da un significado que no merece. Por ahora la IA no existe, es sólo un nombre. Los bots que por ejemplo usa Amazon para hacer la competencia a otros lugares de venta en internet son bastante estúpidos, y sus decisiones, causan básicamente la hipertrofia de Amazon y la destrucción de su competencia, un juego sucio, suicida, y fundamentalmente errado. El objetivo no es destruirlo todo y convertirte en un monopolio, o al menos, espero que esa no sea la idea consciente de los ejecutivos de la famosa tienda online, pero esos son los resultados de su uso de bots de IA.

El “Big Data” puede estar basado en mentiras, puede estar atiborrado de errores, pero no importa, es el maná que hace ricos a Google, a Facebook, a Amazon o a Twitter; miles de empresas claman por esos datos que les ayudan “a conocer a sus clientes”. Y se usan para todo, desde para decidir el destino de un cargamento de azúcar al precio de productos lanzados por las fábricas de medicamentos. Demasiado peligroso poner decisiones cada vez más importantes en datos obtenidos de manera dudosa por los “servidores sirena”, unos datos que no han sido contrastados de forma científica precisamente, pero que se convierten en una especie de “biblia atea”.

Google, Apple o Facebook lo saben casi todo de ti. Conocen a tus amigos. Saben cuales son tus gustos culinarios, sexuales, de entretenimiento, tu fe religiosa, tus posibles enfermedades, físicas y psíquicas, y a diario acumulan más y más datos de todos nosotros. Según cuenta Julian Assange en su libro Cuando Google encontró a Wikileaks (Clave Intelectual. 2014), además, esos “servidores sirena” que están dominando el mundo no han tenido el menor escrúpulo en ceder esos datos a la Inteligencia norteamericana siempre que les ha sido solicitado. Estamos viviendo en un mundo aparentemente apacible e hiperconectado, pero debajo late un mar orwelliano de progamas espía pendientes de todos nuestros movimientos.

Lanier propone soluciones, desde los citados micropagos, a que la sociedad civil empiece a tener voz y voto ante los “servidores sirena”, que no son otra cosa que empresas privadas mega poderosas a las que nadie parece querer rechistar por ahora, y que hacen lo que les da la gana, impunemente.

La humanidad siempre decide colectiva, inconscientemente, los “acontecimientos disruptores” que harán que su rumbo histórico cambie. Estamos en mitad de una encrucijada similar en importancia a la del advenimiento de la Revolución Industrial o la aparición de los medicamentos. Está en nuestras manos el poder conducir lo mejor posible el barco en el que navegamos por el mar de la intertidumbre. Podemos elegir el éxito o la catástrofe. Los “servidores sirena” de Lanier no son sino el aviso de lo que vendrá.

La foto de Jaron Lanier está en Wikimedia Commons bajo licencia de Atribución 2.0 Genérica.

jueves, 19 de febrero de 2015

Volando voy...


Hace cinco años, viajar de Madrid a Las Palmas de Gran Canaria (Islas Canarias), ida y vuelta, costaba unos 60 Euros si eras residente. Si no, alrededor de 120. Los residentes canarios tenemos una subvención del 50% de los vuelos entre islas y península, gracias a una reglamentación que conocemos como REF, que, por cierto, algún incompetente del gobierno nacional y/o del autonómico está poniendo en peligro estos días, una más de esas cosas que nadie parece saber.

Pero vuelvo al asunto, como diría Peter David.

Hoy, si eres residente canario, el mismo vuelo te cuesta alrededor de 160 Euros, un 300% más, aproximadamente. Pero si no lo eres, te cuesta unos 320. Eso sí, esa tarifa no te da derecho a nada, sólo a viajar. Ni siquiera podrás cambiar el vuelo si te surge algún problema o reunión. Si quieres poder ejercer (sólo poder ejercer) ese derecho, unos 20 a 40 Euros más no te los quita nadie, más el pago del cambio, que podría añadir otros 100 Euros al total. Y ya si quieres que te reembolsen el vuelo en caso de que te veas obligado a anularlo, entonces te costará 700 Euros como residente, y unos mil y pico si no lo eres. Es lo que llaman eufemísticamente la "Tarifa Turista Completa". Si es que tienen sentido del humor los cabroncetes estos. Adorables.

El petróleo, del que se destila el queroseno que consumen los aviones, eso sí, está por los suelos. Pero eso da igual, porque ese no es el problema.

Y así estamos. Esta es la realidad actual para viajar a Canarias con Iberia. Y con todas las demás líneas aéreas, claro, que los precios se mantienen sospechosamente próximos. ¿Un cartel? No, cómo se os ocurre. La Comisión de Competencia no ha dicho nada al respecto... Bueno, dejo el sarcasmo, y sigo.

Mientras tanto, Iberia nos está vendiendo publicidad en los Medios y las Redes Sociales para que viajes por todo el mundo por 40 Euros con ellos. Los españoles y nuestros carísimos vuelos locales parece que importamos una mierda, y los que necesitamos volar por trabajo, importamos una mierda doble.

Iberia en su día fue la compañía aérea de bandera española, hasta que fue vendida por un gobierno un tanto, si me permiten, estúpido, a British Airways hace algunos años. Ahora ni siquiera podemos decidir sobre ella. Como siempre (caso AENA, semi privatizada ahora, y sus concesiones a tiendas en aeropuertos), el que paga los gastos de las aventuras privadas de esta gente somos nosotros, en este caso, vía precios. En otros, vía impuestos.

No podemos hacer nada; todo, todito el sistema nos denegará cualquier opción. Nos queda la pataleta, y usar los mermados instrumentos que se supone nos protegen, y que años de cabildeos discretos y eficientes han ido castrando sistemáticamente.

Por culpa de estos incompetentes que ahora se bañan en comisiones, pensiones vitalicias e indemnizaciones blindadas, zotes que no saben hacer la o con un canuto pero que visten trajes a medida, tenemos que pagar las consecuencias de haber nacido isleños.

Esa es la verdadera Marca España que padecemos en este país. Gracias, gobierno. Gracias, codiciosos. Estaréis satisfechos.

La foto la tomé en estos días en un vuelo de Gran Canaria a Madrid... de Iberia, claro.

martes, 10 de febrero de 2015

Por si no lo sabes...

No sé si lo sabes, pero el sonido digital del que gozamos hoy en día es... bueno, no es precisamente la panacea. Lo que se vendió hace 25 años como la maravilla china, en la época en la que los CDs empezaban a ocupar los estantes de las tiendas de discos, cuando los vinilos se iban extinguiendo poco a poco, en los años del inicio del papanatismo de lo digital, que empezaba a estar por todos lados (y sigue, vaya si sigue, con esa pollabobada de los "nativos digitales"), tiene un "algo" de timo.

Ahora pensamos un poquito mejor, y vemos las cosas en perspectiva. La codificación digital, amigos, es pobre, pues está limitada por las restricciones del número de bits disponibles para hacerla y la velocidad a la que se muestrea la señal analógica original.

Un pobre muestreo convertido a un formato con destrucción de datos como el MP3 lleva a una audición muy pobre, análoga al efecto del banding en las imágenes que vemos en las películas que han sido mal codificadas, cuando no hay suficientes bits de"profundidad de color" para captar un degradado sutil de colores.


En esta foto de un anochecer en Marte tomada por la nave Vinking-1 de la NASA, que recuerdo haber mirado de niño con extrañeza ("¿Qué son esas bandas?", me decía) se ve un ejemplo claro de banding, cortesía de la tecnología de imagen digital disponible en 1976. Toda imagen es una interpretación de la realidad mediante medios técnicos. En este caso hay, supón, 8 bits para codificar colores, y la sutileza de los cambios de tono de la puesta de sol no la puedes obtener porque los 8 bits disponibles sólo te permiten "saltar" entre determinados colores próximos, eliminando los que hay en medio. El resultado es este feo efecto similar al posterizado.

Décadas más tarde, el robot teledirigido Spirit, con tecnología de los años noventa y más bits de profundidad de color en el procesador conectado al CCD de sus cámaras, obtuvo la foto de abajo de una puesta de sol en Marte. El banding es mucho menor, casi imperceptible.


Pues bien, en sonido pasa lo mismo: oímos las grabaciones digitales "con banding de sonido" y por eso nos suena a veces un tanto insuficiente la calidad de ciertos MP3. Por ejemplo, las canciones que oyes online en iTunes o en Spotify, tienen un bit rate de 224 a 256 Kbps (lo que llaman "calidad CD"), que es a veces insuficiente para mostrar ciertas sutilezas. Puede que te suene inexplicablemente pobre, que notes que algo falta. Y más aún si usas un bit rate de 128Kbps.

Pero el problema final está en la base de la tecnología, en los bits usados para codificar los archivos de sonido, sean estos Wav, Flac, Aiff, etc. Generalmente son 24. Imaginad un estudio de grabación con 8 pistas, y 24 bits de salida. Al grabar las 8 pistas con, por ejemplo, 8 instrumentos diferentes, tendremos 8 sonidos a 24 bits, pero habrán de convertirse, vía "embudo digital" en 24 bits mezclados, por lo que apenas tendrán 3 bits para cada sonido. No es exactamente así, y luego se usan trucos como la normalización digital (un proceso matemático) para que "todo suene bien", pero el resultado final no es precisamente el que nos quieren vender.

Y además resulta agotador, pues la normalización causa cansancio perceptivo en el oyente, porque se basa en subirlo todo sin que distorsione, a grandes rasgos. Desaparecen las sutilezas, los tonos suaves en la música, las partes quedas. Todo está presente, en primer plano. Y, como resultado, acabas saturado tras oír unas pocas canciones.

Si oyes hoy en día un disco de vinilo en un tocadiscos analógico y con un amplificador analógico, si no pasas por etapa digital alguna, alucinarás, te lo aseguro, con los matices que puedes escuchar, que desaparecen en la codificación digital. El soplo analógico o el ruido del surco se olvidan enseguida; el cerebro sabe eliminarlos. El sonido final es precioso. Y está lleno de colores. No podrás decir por qué, pero tu experiencia será una gozada.

Nos engañaron. Engañaron a millones de personas que tiraron sus colecciones de vinilos para comprar en CD lo que ya tenían. Ahora esas colecciones valen dinerales. Los equipos analógicos de grabación se siguen usando en los estudios, porque son los mejores, y alcanzan precios exorbitantes, lo mismo que los equipos de audición no digitales, que ahora son tan caros que están reservados a una nueva especie de aficionado a la música que se los puede permitir: el "audiófilo".

Y lo peor de todo mucha gente no lo sabe aún, agárrate: las discográficas, cuando pasaron a formato digital todo su archivo, tiraron sus masters analógicos a la basura; las grabaciones originales de los discos, para entendernos ¿Para qué convervarlos? Se iban a ahorrar un dineral en gastos de almacenamiento y conservación ¿Se imaginan en Hollywood a las grandes productoras tirando sus negativos de películas a la basura?

Las cintas multipista analógicas de una pulgada originales de miles de discos ya no existen, salvo excepciones de músicos de gran renombre y poder, o que pudieron controlar sus propios masters. Hablo de gente como Pink Floyd, los Rolling Stones o los Beatles. El resto se ha perdido para siempre en un alto porcentaje.

Hasta la industria del cine, cuando hace sus remasterizados digitales, no olvida contemplar el tiraje de un nuevo negativo de seguridad (sí, en película de celuloide). Pero la discográfica no entendía de esas sutilezas, al parecer. Ahora se arrepienten, claro, cuando es demasido tarde.

Es una barbaridad cultural, una catástrofe que muy poca gente sabe, y desgraciadamente es irreversible. Ya nadie oirá muchos discos como se concibieron originalmente.

Y cuidado con los nuevos vinilos que salen ahora al mercado, que no os engañen. Han sido grabados de masters digitales. Es decir, son versiones analógicas de masters pobres por su origen digital. Un desastre. Así que los únicos vinilos que podrías comprar con garantías con los anteriores al advenimiento de las técnicas digitales.

¿Os acordáis de los CDs que indicaban si eran totalmente digitales o sólo parcialmente, y de cómo la gente miraba aquellos tres caracteres como si la vida les fuera en ello? AAA, AAD, ADD, DDD. Cada sigla se refiere a una etapa del proceso de producción: grabación, mezcla y masterizado. Se indicaba si era Analógica o Digital. Los coleccionistas buscaban como locos los DDD, cuando en realidad el resultado era un truño. Pero nadie parecía darse cuenta de ello.

Hace décadas, la BBC destruía sistemáticamente gran parte de sus masters televisivos por exigencias sindicales. Actualmente las nuevas generaciones no podrán ver muchos de sus programas a causa de aquella pobre decisión. En España el simple abandono de los archivos de TVE ha hecho que muchísima programación se haya perdido para siempre. Y en todas partes, los masters analógicos de muchas obras maestras musicales acabaron hace años en los vertederos porque la moda digital así lo mandaba.

Parecemos condenados a repetir los mismos errores, despreciar el pasado y vivir estúpidamente en un papanatismo tecnológico perpetuo. Si es que no aprendemos.

Las fotos utilizadas para ilustrar este texto son de la NASA y están en dominio público.

jueves, 5 de febrero de 2015

Russian Roulette


Prefiero usar el término inglés, y de paso recordar la canción del mismo título de los Lords of the New Church, tocada aquí en el legendario Marquee.

Europa lleva demasiado tiempo dirigida por estúpidos que siguen jugando a la ruleta rusa. El último hallazgo, cerrar el grifo financiero a un gobierno democráticamente elegido en Grecia, sabe Dios por qué, una medida tan estúpida y errada que le deja a uno así como pasmao.

Estos idiotas no se dan cuenta de lo que hacen, o bien están pagados por alguien que quiere acabar con todo esto. Si Grecia se larga del Euro, algo a lo que esta medida vil, chantajista y mafiosa, contribuye indudablemente, y si UK decide pirarse del Titanic (ocurrirá, no lo dudéis) en el que se convertirá en ese momento la Unión, esto se acabó.

Este año, amigos, va a ser divertido. Veremos de nuevo manifestaciones de idiocia y maldad absolutamente asombrosas. Tecnócratas con retraso mental vía bloqueo ideológico-sectario contra ciudadanos hasta los cojones de tanto imbécil.

La hostia no va a tener remedio, ni parangón.

A ver quién gana.

Actualizo el día 6 de febrero con el Manifiesto de los 300.

Uso la portada del disco homónimo de The Lords of the New Church en ejercicio del Derecho de Cita.

miércoles, 28 de enero de 2015

"Ácronos 3"


Josué Ramos acaba de publicar en Facebook la portada del tercer tomo de "Ácronos", la fascinante antología de relatos steampunk que él mismo dirige, y que edita el estupendo sello editorial Tyrannosaurus Books. Este tomo está dedicado a diversos países y culturas. La ilustración es de Joe Day, a quien nunca estaré lo suficientemente agradecido por su maravilloso diseño para mi novela "Los Códices del Apocalipsis", que también editó Tyrannosaurus.

"Ácronos 3" sale muy pronto a las librerías, no os lo perdáis. 

Ah, y dentro tengo un cuentito, un viejo proyecto que gracias a Josué y Tyrannosaurus se ha hecho realidad. Se titula "Raza".

La lista completa de cuentos y autores es esta:

Pablo Begué (Prólogo)
Gloria T. Dauden (Arabia)
Esther Galán (Rusia)
Rafael González (Japón)
Laura López Alfranca (India y Perú)
Raúl Montesdeoca (Japón)
Rafael Marín (China)
Jordi Noguera (Arabia)
Elio Quiroga (España)
Paulo C. Ramírez (México)
Josué Ramos (África)
Armando Valdemar (Rusia)


Aquí hay algo más de información sobre la antología.

Y aquí puedes ver una primera reseña en Ficción Científica (actualizado el 27 de febrero); "... una antología increíble, he encontrado relatos fascinantes, todos me han encantado. Cosa difícil de una antología, pero es lo que me ha fascinado de esta, que todos los relatos me han parecido espectaculares."

Exposición abierta hasta julio.

Mi exposición fotográfica "El Risco: la montaña habitada" sigue abierta hasta julio en la Sala MAPFRE Ponce de León,  C. Castillo,...