martes, 7 de octubre de 2014

Experto en creación de videojuegos

Ayer en la Escuela de Ingeniería Informática de la ULPGC se inició el Curso de Experto Universitario de Diseño y Programación de Videojuegos, una iniciativa realmente ilusionante para todos los que participamos en ella. Me tocó dar la primera clase, orientada a la escritura de guión para el medio del juego interactivo, un asunto poco tocado pero apasionante.



En la foto podemos ver a Fran Santana, Director de la Escuela, Agustín Trujillo, que nos ha dirigido en el proceso de creación del Experto y Modestro Catrillón, durante la presentación del Experto. Aquí tenéis algo más de información sobre el Curso.

lunes, 6 de octubre de 2014

Mafiocracia



Pujol usando a sus vecinos del pueblo como escudos humanos de su repugnante inmoralidad de años, que costó dimisiones desde los tiempos de Felipe González de Fiscales Generales del Estado, intocable, impune. Bárcenas en la cárcel dirigiendo la estrategia de su defensa y jugando con la manta que cubriría de porquería la historia reciente de todo un partido político. Sonia Castedo, la alcaldesa de Alicante, intocable, riéndose en la cara de los ciudadanos, amenazando con crear un nuevo partido político sin que el líder del PP en Valencia se atreva a rechistarle, los mafiosos repugnantes de los ERES encendiendo sus pitillos al salir de la cárcel tras pagar fianzas enormes. Cotino o Fabra, riéndose en la cara de las instituciones... Ochenta y seis malnacidos, hombres sin alma ni piedad, reventando las VISAS Black de CajaMadrid como si no hubiera un mañana, mientras Blesa la comandaba al desastre que casi arruina al país.

Cincuenta años de impunidad completa extienden a todas las instituciones, a todos los poderes, una omertá, un pacto de silencio salvaje, transversal, que no entiende de partidos ni de ideologías, sino de gentuza, y que convierte en parias a los escasos ciudadanos valientes que se atreven a denunciar y que terminan sufriendo un acoso salvaje e inhumano en un mundo que parece destripado y vuelto del revés, donde lo justo se vuelve perverso y lo perverso es la forma normal de hacer las cosas. "siempre se ha hecho así, todos lo saben", vociferan los siniestros personajes a los que se ha pillado VISA en mano con gastos vergonzosos opacos a hacienda. "lo hacemos para poder defendernos mejor de la corrupción" cantan abogados torticeros de minuta millonaria que boicotean causas y las convierten en eternas como pasa con Gürtel o el caso Bárcenas,  y que luego son premiados con embajadas en Londres. Incompetentes muy próximos a la idiocia enchufados en miles de puestos de responsabilidad, causando dislates entre los pobres funcionarios honrados que mantienen como pueden en funcionamiento las instituciones en las que trabajan a pesar de la incompetencia de los que les dirigen, una prensa que ha dejado de ser tal para convertirse en un repulsivo instrumento de propaganda y manejo de masas. Patéticos “opinólogos” que levantan escalofriantes hachas de guerra contra los disidentes, calumniando a jueces, a investigadores y policías, despertando fantasmas del pasado. Señoritos que permanecen en su puesto tras insultar a víctimas de la violencia o incumplir leyes sin más problema. Señoritos utilizando los servicios de inteligencia para arrasar con la oposición política. Señoras de buena familia que mean alcanfor, opinando "porque tienen derecho" que las mujeres sólo deberían de ser contratadas en edad no fértil sin que nadie les mande de una patada en el culo al agujero cosanguíneo del que nunca debieron de haber salido.

A eso nos ha llevado la impunidad. Sé que he hablado de ella constantemente, no hay más que ver mis artículos anteriores no dedicados al cine. Pero es que ese es el gran problema de España, el mayor desafío al que nos enfrentamos. Si el Caso Naseiro no hubiera acabado en agua de borrajas, no existiría un monstruo como Bárcenas, ni la espantosa financiación corrupta que mantuvo al PP a flote de manos de empresarios que no son dignos de tal nombre, sino del de puros mafiosos. Sin Naseiro no habría Bárcenas. La impunidad hace que los que vienen se desmadren. Sin el caso Banca Catalana concluido en falso tras la presión del primer gobierno socialista, no habría caso Pujol. Probablemente. Los ladrones se cortarían bastante más. Porque el castigo ejemplar estaría ahí para recordarles lo que les podría esperar. La mala gente sólo entiende el lenguaje de la ley: dura lex sed lex, dicen. Baltar, un señor caciquil de la peor especie, sale de rositas de los juzgados con unos irrisorios nueve meses de inhabilitación, cuando ya está jubilado de sus tareas políticas. Matas cumple nueve ridículos meses de cárcel. Camps da “gracias, Dios mío” al cielo cuando un jurado le absuelve en un juicio por cohecho que es realmente una pantomima, mientras una legión de cretinos de pago se da golpes de pecho y grita que “se ha hecho justicia”.

Hay leyes, pero hay de ti, juez, policía, ciudadano, si eliges aplicarlas. Hay leyes pero según estés en la escala trófica del poder corrupto, según estés entre los leales, los indiferentes o los enemigos, se te aplican o no. Cincuenta, sesenta, setenta, ochenta años de impunidad. Generaciones de Fabras aplastando a generaciones de ciudadanos, comprando voluntades de pueblos enteros. Cientos de familiares adecuadamente enchufados en porterías, secretarías, direcciones generales y demás puestos garantizan el silencio con un ejército de bocas agradecidas, y una inacción institucional necesaria para mantener la situación. España navega sobre una fosa séptica.

Es tal vez el de la impunidad el peor de nuestros problemas, y si lo resolvemos, gran parte del desastre estaría en vías de solución. No hay más opción. O acabamos con la impunidad, o terminamos sin país. Vivimos en una democracia secuestrada por una mafia, por cadenas de favores, redes clientelares, dossiers cruzados, y putrefacción. Es insoportable. Esto es insostrenible.

Nos jugamos demasiado para dejarlo en manos de los impunes que nos gobiernan en este momento.

La imagen de Al Capone en 1935 está en dominio público en Wikimedia Commons.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Incompetencia sorda



Acabo de oír en la SER una cuña de radio de la DGT que ha sido contestada en todos lados desde hace meses, y que me llevó a escribir esta entrada en el blog que os invito a leer.

Como parece ser costumbre en este país, nadie escucha las quejas de los ciudadanos; al "otro lado" las barbaridades se reproducen constantemente, y las protestas de los ciudadanos sólo son respondidas por el eco de la inoperancia.

No sé si lo de la DGT es incompetencia, soberbia o simple estupidez. Me temo que es la suma de todo. Síntoma del estado de cosas en el país.

La preciosa ilustración aparece a nombre de Jmjuzan, está bajo licencia de documentación libre GNU, y se puede econtrar en Wikimedia Commons.

martes, 30 de septiembre de 2014

El chiringuito de Pep


Se habla mucho de los pelotazos en el mundo de Internet estos días. Se ha puesto de moda el asunto por lo de Gowex, una empresa que al parecer vendía servicios de conectividad Wifi al mundo sin tener ni una centésima del volumen de negocio que decía tener, y especulando mientras en bolsa, llevándoselo crudo, vamos. Un chiringuito, sí, pero al menos vendía un servicio.

A algunos todo esto nos ha recordado otro chiringuito, hace quince años ¿Os acordáis? Antes de que Google apareciera en forma de una enigmática web en la que se leía "Goooooooooooooooogle", de la mano de los chavales, Serguéi Brin y Larry Page.

En aquellos tiempos yo usaba dos buscadores para navegar por internet a través de mi modem externo US Robotics de 28,8k: Yahoo y Altavista.


Y a veces usaba también un par buscadores bastante malos, pero que eran de lo poco que servía para buscar páginas en España: Olé y Ozú.


Un buen día desapareció Olé. Y tras unas semanas, el país se llenó de anuncios urbanos con una nueva marca. Un mega buscador que al parecer era la leche, el buscador en español. Aquello no era más que el cutre buscador Olé con un logo nuevo. Nada más que eso.

Se llamaba Terra.

¿Os acordáis ahora?



Terra era la misma mierda que Olé. Al principio eran tan cutres que Olé estaba inserto en una especie de pésimo diseño envolvente de Terra, como véis en la captura que he puesto sobre este texto.

Pero ahora Telefónica había comprado el invento, y pronto Olé desapareció y se quedó Terra, usando Olé, pero Olé ya no se veía. De paso habían hecho rico a su "diseñador", Pep Vallés, que se escapó al Caribe con la pasta en el bolsillo (miles de millones de pesetas) sin creerse su suerte, y no regresó. Bueno, sus razones tendría (y tendrá) para mantenerse lejos de España, pues Olé fue financiado por una fundación catalana (FRC), con fondos públicos, pero Pep, con toda su jeta, lo privatizó y revendió sin que nadie, todavía haya investigado a fondo, de verdad (ya me entienden) la cuestionable legalidad del asunto. Ahora el "asunto" habría prescrito, claro.

Eso sí, el "asunto" en su día se comentó algo en prensa. Lo justito para hacer parecer que se hacía algo sin molestar demasiado. Pero ahora que la Generalitat ve venir la sombra de la judicatura por más de 30 años de corrupción galopante, el asunto Olé podría despertar de nuevo.

No estaría mal.

Para Juan Villalonga, el "amigo de pupitre" de José María Aznar a quien se le regaló Telefónica con un lacito rosa, Terra era "su" buscador de Internet, el "portal" (concepto vacío de contenido que entonces estaba de moda) con el que jugar mientras cobraba millones en stock options, antes de irse, también, a su retiro dorado del Caribe.

Estalló luego la llamada "burbuja de Internet", pero Pep y Juan estaban lejos

Gente muy productiva Pep y Juan. Muy Marcaespaña los dos. Nuestros Serguéi Brin y Larry Page.

Terra fue como Gowex, sí, pero con el añadido de que Terra era puro humo. Al menos Gowex vendía wifi. La triste historia de aquel pelotazo terminó con la compra de otro buscador agónico, Lycos, y ya no son nada más que el rescoldo de un chiringuito. ¿Y qué queda de Terra? Pues una auténtica vergüenza montada con anuncios de Google Ads de lo más cutre mezclados con misérrimas noticias de agencia. Un cadáver que nadie visita ya, ni siquiera por lástima, y que durante años alojó toneladas de material porno para mantener el índice de visitas como fuera. Muchos casos de porno infantil han acabado con imágenes almacenadas en Terra. Así nos va, españoles.

Esto es Terra:



El chiringuito de Pep.

Mucho rasgarse las vestiduras con Gowex, pero en el país que consintió Terra, todo es posible. No sé de qué nos extrañamos.

Bunkerización

Estas dos tapas de registro tienen los dos últimos logotipos de Telefónica antes de que fuera privatizada, es decir, antes de que pasara de ser de todos a ser de una élite de amigos del gobierno, en el mejor ejemplo que ha dado el país de eso que llamamos "capitalismo de amiguetes".
Curiosamente, son objetos públicos, puesto que Telefónica gestiona la red pública de datos de España. Una más de las paradojas inexplicables de este país.




Hace unas décadas, repito, esta empresa era española, pública; pertenecía a todos los ciudadanos de este país. Sus servicios eran nuestros. Sus beneficios, también.


Hace unos años un presidente del Gobierno decidió venderla al mejor postor. Lo que habían creado varias generaciones de españoles pasaba de la noche a la mañana a manos privadas.


Ahora está dirigida por una persona que ha sido indultada por otro gobierno, una de esas personas "intocables" que desgraciadamente tanto abundan en España, al que los jueces ni se atreven a resoplarle. Un prócer de la economía nacional. Telefónica, rebautizada hace poco como "Movistar", practica mala praxis empesarial a diario y sistemáticamente con sus clientes, dándoles de alta en servicios que no han solicitado, falsificando sus contratos, recurriendo a métodos torticeros de venta, cobrando por servicios no prestados, es una de las empresas más caras de europa, practica además la cartelización de precios gracias a un oligopolio sistemático con un par de grandes empresas más, y encima gestiona las redes de cable, fibra óptica, RDSI, red telefónica conmutada, todos ellos públicos, con un confuso sistema "privado-pero-público-pero-privado" de dudosa legalidad, y encima apenas tributa en España por sus beneficios. Ah, y ha sido casi vaciada, despidiendo a trabajadores eficientes y veteranos con carísimos EREs que ha pagado el Estado, y recurriendo luego a subcontratas a precios leoninos, que a su vez explotan y subemplean a sus trabajadores, para hacer el mismo servicio. Persigue ese sueño imposible y reducido al absurdo de estas grandes corporaciones hijas del capitalismo despiadado e imbécil de suma cero: cero empleados e infinitos clientes, infinitos beneficios. Y están en ello. El proceso de implosión sigue adelante.


Es "la mayor multinacional española". Y también es de las empresas que más quejas genera entre sus clientes, según las asociaciones de consumidores. Pero no pasa nada. Porque si se demuestra la lesión al cliente, la multa a pagar siempre será convenientemente baja. Y eso hace que la empresa cometa mayores dislates aún y se envalentone aún más, en una carrera de locos. Y aquí no pasa nada. Y todo sigue igual.


Ahora es imposible comunicarte con esa empresa que fue de todos. Sólo puedes hacerlo a través de un callcenter subcontratado en el que personas mal pagadas y peor tratadas, en condiciones de semiesclavitud, te recitan lo que les indica un manual automatizado diseñado para frustar a los reclamantes.


Ese es el estado de cosas en Telefónica. Imaginad lo que sería si todavía fuera nuestra. De todos, como un día fue. Pues bien, va siendo hora de que los ciudadanos recuperen lo que en día la falta de visión (por ser suave) de algunos les quitó.



Estas imágenes las he tomado en Madrid (las tapas de registro) y en una de sus centrales en Las Palmas de Gran Canaria. Antes, hace décadas, la puerta que se ve en las imágenes estaba abierta para el que quisiera entrar. Ahora está cerrada a cal y canto y blindada; si quieres hablar con Movistar (Ex Telefónica, ex Telefónica de España), tendrás que llamar al 004, o pasar por una de esas tiendas en las que venden móviles, que es otra subcontrata que en realidad no tiene "nada que ver" con Movistar, según te dicen sus empleados. Nunca te atenderá nadie en Movistar, sólo personal que cuelga de una empresa satélite. Porque Movistar es un espejismo.

En centrales como esta, varias cámaras velan por que los visitantes sean convenientemente grabados, día y noche (observad en la foto de arriba que la cámara tiene un foco LED de infrarrojos sobre ella por si se te ocurre acercarte de noche, a ver, qué te has creído). Al otro lado del portal hay, como se puede ver en las imágenes, una cámara de gran angular para ver bien la calle. En el interior se adivina un aparato de esos de Rayos X para pasar por él lo que traigas contigo si tienes los permisos necesarios, claro, y un guardia jurado, no visible en las fotos, dormita, velando porque nadie entre en la sagrada propiedad privada de lo que los españoles pagamos una vez con nuestros impuestos. Hacer negocio con el sudor de un pueblo me parece de las cosas más viles que pueda hacer un ser humano.

El sistema se bunqueriza. Síntoma de que tiene mala conciencia. Al final saben que están actuando mal. Lo sorprendente para mi, lo que nunca entenderé, es que puedan dormir tranquilos.

Ahora, la pregunta retórica ¿Este es el país que quieres, el servicio que quieres, la forma de hacer las cosas que quieres?

Pd.: Telefónica en ciertos aspectos lo ha hecho bien. Su construcción como empresa en los últimos años y su modelo de internacionalización han sido inteligentes. Pero esto no obvia sus orígenes, que no me parecen los más adecuados.

The Monuments Men



He dejado “The Monuments Men” para después, como el postre de una comida. Me chocó la dureza crítica con la que fue recibida en su estreno, de modo que preferí dejar pasar el tiempo antes de verla, y tras el primer visionado me he encontrado con una obra honesta, que, de verdad no me esperaba. Por lo que había leído aquello sonaba a una obra que no encontraba su tono, que se perdía en la parodia, y en fin, eso es lo que recuerdo de las críticas durante su estreno en salas en España, y antes durante su pase en Venecia. Recuerdo, eso sí, la sensación de fracaso, y la crítica toda a una poniéndola mal. Es terrible cuando eso pasa, y sobre todo en un festival grande. Estás condenado. Es un acto de sadismo, en mi opinión, hacer estas cosas a una película. Pero en fin, así es el sistema. No es la primera vez que una salida equivocada en el festival equivocado arrastra a una obra de cine, inmerecidamente, al abismo. Esa hiel muchos cineastas españoles la han probado en San Sebastián, por ejemplo, un festival que puede ser especialmente duro con el cine patrio. “Volaverunt” es un ejemplo. Pero hay muchos otros.

A veces pasan estas cosas, empieza a haber una rara unanimidad, sea buena o mala, en la crítica alrededor de una obra cinematográfica, generamente von la vitola de un festival importante, y, bueno, se extiende entre los críticos locales como si no hubiera un mañana, y como si no hubiera otra opinión. No sé cómo habrá ido “The Monuments Men” en salas y en doméstico (o como se llame ahora), pero espero que no haya ido mal, aunque tengo la sensación de que los malos comentarios no ayudaron a la película en asbsoluto.

No conozco la obra en la que se basa, que son las memorias del creador de los “The Monuments Men” reales, y por tanto ignoro las licencias que se han tomado guionistas y director alrededor de la historia original (que fue real y se basa en el llamado The Monuments, Fine Arts and Archives Program), pero creo que es, pobablemente, la mejor adaptación de las posibles. El tono ligero inicial que no abandona la obra, la camaradería entre unos buenos tipos que viajan en las retaguardias de la II Guerra Mundial, enfrascados en su objetivo de recuperar el arte, la memoria de la humanidad, de la destrucción, me parecen nobles y dignos. Y su acercamiento a la guerra, que les arroja en varias ocasiones la realidad y crudeza del enfrentamiento entre los hombres en forma de muerte y sangre, parece tamizada por los ojos de esos cuidadores de museos, historiadores del arte y escultores que se ven, mayores ya, en mitad de una Europa arrasada, intentando entender el devenir del caos que les rodea.

George Clooney (en el papel de Frank Stokes, imaginario líder del grupo de Monuments Men) se reserva un monólogo radiado a sus compañeros en el que desentraña la pulsión que le ha llevado a crear ese extraño grupo humano y a la improbable tarea de rescatar la flor y nata artística europea de las garras de la oscuridad para devolverla a sus dueños legítimos, pero la película tiene otros momentos de peculiar intensidad, como el del hallazgo de los dientes de oro en un barril en una de las minas en las que se ocultan miles de obras de arte robadas. Es un momento desolador y muy definitorio de las intenciones de la película, que nos hace preguntarnos cómo es posible que la vileza humana llegue a extremos tan atroces. Rodeados de obras quemadas, arrancadas de la propiedad de la raza humana para siempre, los miembros supervivientes de los The Monuments Men ascienden a la superficie en silencio en el ascensor de la mina, tras la revelación de la atrocidad cruda reducida a diminutos trozos de oro en un parril desdichado en una mina donde yacen obras de Picasso, Rafael o Cezanne quemadas con lanzallamas.

Hay otras escenas memorables, como aquella en la que abuelo y nieto, en 1977, contemplan la Virgen con el Niño de Miguel Ángel, y se responde a la pregunta de si ha valido la pena que le hacen los políticos al protagonista 30 años antes. Por cierto, el actor que interpreta al personaje de Frank Stokes como “abuelo” es el padre de George Clooney, Nick Clooney. “The Monuments Men” es una historia de perplejidad, la perplejidad de la inocencia de unos hombres sacados de su ambiente que se encuentran en mitad de un escenario bélico en desmantelamiento, pero que tienen una misión: recuperar lo que es nuestro, lo que es de todos.

En ese momento final en el que abuelo y nieto parten en un intenso contraluz hacia el exterior de la iglesia donde se expone la escultura, que ha sido definida antes por el personaje de Donald Jeffries (interpretado por Hugh Bonneville) certeramente, (cito de memoria, “unas manos de porcelana acarician a un hijo del que la madre adivina su terrible destino”) se resume el sentido de una misión y un empeño como el de aquel puñado de hombres.

Hay otro momento, cuando el grupo entra en el castillo de Neuchwanstein y se ven rodeados de esculturas de todas las eras robadas por los nazis, desde obras de la Grecia Clásica a trabajos de Rodin, en los que comprendes la fragilidad del legado que unas generaciones pasamos a otras, y que ahora, los que vivimos, hemos de pasar a los que vengan, que es nuestra memoria más básica, nuestra identidad en forma de arte, algo tan frágil y a la vez tan poderoso. Me vienen a la memoria los Budas de Bāmiyān, y las guerras que vendrán, y que seguramente en mil años dejarán diezmado el patrimonio por el que tantos trabajan hoy. Y pienso en la necesidad de instrucción que tenemos todos cuando llegamos a esta vida, y cuántas veces esa instrucción que nos salvará de quemar o ser quemados, no llega. Y nos convierte en bestias.

“The Monuments Men” es una pequeña película de aventuras que enfrenta un asunto demasiado terrible como para ser contada de otra manera, narrada de forma clásica y sabia, interpretada por unos actores encantadores (Bill Murray en la escena de la ducha y la secuencia musical que sigue está enorme, transmite una riada de emociones desde su melancolía de hombre cercano a la setentena, que se transmuta en un símbolo de la añoranza en un solo plano), que quiere ser ingenua como aquellos hombres lo eran, honesta como sus principios, deudora confesa (ahí están los créditos finales para atestiguarlo) del cine de aventuras “De II Guerra Mundial” de los años 60 y 70 (desde “Comando Patos Salvajes” a “Doce del Patíbulo”, “Un Taxi para Tobruk”, “El Desafío de las Águilas”, “Los Cañones de Navarone” y tantas otras, que habían convertido el drama de la atroz guerra, con la distancia de dos o tres décadas desde su conclusión en un honesto entretenimiento sin más complicacions), pero releído en la clave de un nuevo siglo (con una narración episódica y una planificación absolutamente clásica, que se aleja siempre que puede del primer plano y el plano medio o del plano-contraplano para contar la historia en clave cinematográfica, en planos americanos y abiertos, con conceptos de Cinemascope más próximos a Joshua Logan o Nicholas Ray que a cualquier realización contemporánea), y desde la única forma posible para hacer algo así de arriesgado: desarmar al espectador de sus falacias sarcásticas de quien “lo ha visto todo” y darle la historia de unos hombres que querían hacer algo por nosotros, los que hemos venido después. Y das las gracias. Creo que eso es lo que queda. Un profundo agradecimiento.

Creo que “The Monuments Men” debe de ser saboreada sin prisas. Es lo que promete. Y eso es muchísimo. La próxima vez que visitéis el Louvre, sonreíd a la memoria de la gente que murió y luchó por que nuestra generación todavía pueda ver ese legado gigantesco que es nuestra cultura común.

Creo que eso pretende George Clooney en su película.

La imagen es una captura del microsite de "The Monuments Men" en Rottentomatoes.com, y se reproduce haciendo uso del derecho de cita bajo supuesto de fair use.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Tiempo y clima. Lo que cualquiera debería saber.

A mi se me hace muy cuesta arriba tener un presidente del gobierno que, aparte de esperar a que pasen los cadáveres de sus enemigos por su puerta (caso Gallardón, pronto Esperanza Aguirre) demuestra casi siempre que no tiene ni idea de lo que dice, y cada vez que abre la boca para decir algo que no le den por escrito demuestra que el cargo le viene muy grande.

Lamento usar este lenguaje, pero es así. Voy a usar dos vídeos, aunque no suelo hacerlo, porque tienen copyright, pero por una vez, y espero no acostumbrarme, aquí va el primero. En él Rajoy dice en una rueda de prensa hace unos años eso de que ¿cómo un científico que no sabe ni decirme el tiempo que habrá mañana me dice que sabe el que hará dentro de 300 años? como argumento para descalificar la aplastante, innegable (no para él que es negacionista) e inexorable evidencia de que el cambio climático causado por el hombre nos lleva al desastre. Es el famoso vídeo "del primo" de Rajoy.


Obvio las declaraciones posteriores de Elena Valenciano, entonces portavoz del PSOE, porque ella misma tampoco entiende el problema de fondo: que Rajoy no comprende la diferencia entre "tiempo" y "clima".

Y salto a "Cosmos", la nueva (y estupenda) versión de la serie clásica de Carl Sagan, presentada por su discípulo Neil DeGrasse Tyson, en la que el astrofísico explica de forma que hasta un niño la entendería, la diferencia entre predecir el tiempo para mañana y conocer el clima dentro de 300 años.


Si no pilláis el inglés, os lo explico rápido.

-No podemos predecir el tiempo más allá de un período determinado de días en el futuro. Es imposible, por ahora. Porque es un fenómeno caótico y por definición los fenómenos caóticos son impredecibles. El "Caos" utilizado aquí no es el término que todos usamos, sino el de la "Teoría del Caos", que se refiere a ciertos fenómenos sensibles a las condiciones iniciales (un cambio microscópico puede desencadenar consecuencias enormes) que vuelven enseguida el sistema tan complejo que no es posible anticipar su comportamiento, y eso ocurre porque la naturaleza es así. Es el perro en el vídeo explicativo; se mueve erráticamente, de un lado al otro. Básicamente hay tantos factores que influyen en ello que su movimiento se vuelve imposible de predecir. Aunque a medida que comprendemos mejor las reglas del Caos y los modelos numéricos se perfeccionan, así como aumenta la potencia informática, el problema se va acotando, en gran medida no es un problema de la tecnología disponible, sino de las reglas que rigen el universo en el que vivimos.

-Pero sí podemos anticipar el clima, porque es una tendencia obtenida del cálculo de promedios. Es una predicción que obedece al balance de energía en la atmósfera en el largo plazo. En el vídeo es el propio DeGrasse en su camino. Es el camino promediado de los desplazamientos del perro, limitado por la correa. Refleja las tendencias ocultas en el comportamiento, aparentemente aleatorio, del animal.


La diferencia entre fenómenos caóticos y tendencias estadísticamente significativas debería conocerla cualquier persona para poder opinar sobre el asunto del cambio climático, y por supuesto, para legislar sobre él. Creo que la explicación, especialmente la gráfica final (ilustrada en la imagen superior), lo deja todo bastante claro

-El tiempo de mañana es una cosa, y es difícil de predecir. Corto plazo, caos. Impredecible.
-El clima dentro de 300 años es otra cosa, y sí es predecible con un alto grado de confianza que, encima, conocemos. Largo plazo, promedios. Predecible.

Y los análisis del futuro del clima pintan un mañana aterrador, siendo el origen del problema las emisiones artificiales de gases de efecto invernadero.

O cortamos drásticamente la emisión de esos gases, sobre todo el CO2, que es la causa principal de ese cambio, o esto va a ser un infierno.

La vida sobre la Tierra ha sufrido al menos cinco grandes procesos de extinción. La raza humana podría ser la causa del sexto, si seguimos sin disminuir nuestras emisiones de dióxido de carbono

El cambio climático es una realidad y los causantes somos nosotros.

Negarlo es un acto de irresponsabilidad, o de estupidez.

Elijan ustedes.


Los vídeos son de Youtube y los he obtenido respectivamente del canal Madrid Progresista y del canal de National Geographic. Los uso acogiéndome al derecho de cita.

Exposición abierta hasta julio.

Mi exposición fotográfica "El Risco: la montaña habitada" sigue abierta hasta julio en la Sala MAPFRE Ponce de León,  C. Castillo,...