jueves, 26 de diciembre de 2013

Legisladores fanáticos



No me canso de repetir que legislar desde el sesgo ideológico es peligrosísimo. La mejor muestra reciente es la Ley del Aborto que está en trámites de modificación por el Ministro de Justicia. Este, de rancia raigambre católica (y como ocurre en la clase que manda en este país, de sangre azul política), ha decidido, saltándose todos los controles elementales (ni siquiera los miembros de su propio partido habían tenido acceso al borrador de la Ley que está preparando), que su forma personal de ver el problema del aborto es la que han de respetar todos los ciudadanos españoles. Y ha iniciado el trámite legislativo, ante el escándalo internacional y nacional.

Leo en un artículo de ElPlural que Gallardón en el Senado ha reconocido en una interpelación que esto es un asunto personal. La cita principal es esta:

“la batalla (por la modificación de la ley del aborto) justifica plena y absolutamente mi vida política”.
No he encontrado la cita exacta de esa intervención en el Senado, pero supongo que será fácil de localizar, y la tomo textualmente del artículo citado.
Lo que encierra esta frase es una terrible verdad, que llevaría en otro país a la fulminante destitución -que no dimisión- del Ministro: esto es una obsesión personal, un asunto de fe, en el que él considera que lleva la verdad y la razón. Es más, te hace pensar si este pobre hombre no debería ser examinado cuanto antes por un psiquiatra.
El terrible peligro del fanático es que es adicto a una ideología. Se sabe en posesión de la verdad. Su ley es incontrovertible, y nada ni nadie le hará cambiar de opinión. No duda. La realidad no le interesa, la verdad, tampoco. Sólo su verdad. El fanático ha dejado de hacerse preguntas, es un caso patológico. Es un peligro letal poner a gente así a gestionar legislaciones, políticas públicas y normas sociales.
La religión católica, en la que fui educado como todo ciudadano español (lo quiera o no), impregna todo el país. Vivimos sumergidos en reliquias, tradiciones, rituales y costumbres católicas, aunque muchos seamos laicos o agnósticos. La sociedad española según los datos demoscópicos se aparta masivamente del catolicismo y otras religiones, y en cambio llegan al gobierno personas pertenecientes a grupos extremistas de esa iglesia. En el gobierno actual hay miembros de sectas (sí, sectas) católicas minoritarias y ultraconservadores: El Opus Dei, los Legionarios de Cristo, El Camino Neocatecumenal (los "kikos") o El Yunque (posiblemente). Y esos señores llegan arrastrando sus prejuicios, sus ideas fanáticas y sus verdades incontrovertibles, y las aplican a la legislación de un país, un país en el que son una minoría ridículamente pequeña, pero con gran poder por su infiltración en la clase política y el poder económico, algo que llevan practicando esas sectas desde hace décadas con enorme paciencia y discreción. Lo sé de primera mano, porque en mi familia hay un par de miembros del Opus.
La consecuencia más llamativa es que legislan desde el sesgo ideológico. Aquí está el monstruo. Delante de nosotros. A una persona que podría ser calificada de fanática en cualquier estado democrático, se le asigna uno de los mayores honores y responsabilidiades que un ciudadano pueda tener, y hace esto. Legislar sin considerar la realidad (los instrumentos para interpretarla: la estadística, los datos reales de abortos, la experiencia de otros países del entorno, las curvas de nacimientos, los seguimientos de pacientes, la incidencia de enfermedades genéticas, etc., etc.). La realidad al fanático le molesta. No es cosa suya. Su reino no es de este mundo.
Peligroso, demencial, que en pleno Siglo XXI pasen estas cosas y al responsable no le ocurra nada. Debería ser fulminantemente expulsado del puesto de responsabilidad que le han dado los españoles. Por indigno, por fanático, por demente.
Recuerdo su cara de estupor cuando unas chicas de Femen gritaban en el Congreso “¡Aborto es sagrado!”. El pobre tipo repetía la frase como si acabara de salir de un monasterio tras 50 años de aislamiento y voto de silencio. Su estupor hablaba por sí solo. Su incredulidad ante lo que estaba oyendo le otorgaba la condición de auténtico extraterrestre que, sin embargo, es vecino de Madrid. ¡Señor, el mundo real no piensa, ni actúa, ni vive como usted! ¡Bienvenido a la realidad!
Los fanáticos, por favor, lejos, lejos de nosotros, lejos de la legislación, de la civilización y de la sociedad. Que se pudran en sus cuevas. Que nos dejen a los demás en paz.
La ilustración es un cuadro de Delacroix, "Los fanáticos de Tánger" (1837-1838). Lo he encontrado donde siempre, en Wikimedia Commons, y está en dominio público.

Actualización del 28 de agosto de 2017. Aquí podéis encontrar una espectacular página sobre la obra de Eugène Victor Ferdinand Delacroix en la web de Artsy.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Mimi Leder y David Nutter




En el último número de DGA Quarterly publican un par de entrevistas estupendas. Una con Mimi Leder, una de las directoras norteamericanas más conocidas de su generación -junto a Kathryn Bigelow- y que saltó a la fama a partir de su notorio trabajo en la serie "ER" (“Urgencias”), una frenética historia médica que concordaba muy bien con su estilo dinámico de narrar (por cierto, "Urgencias" tiene algunos de los episodios más originales e interesantes realizados para TV en la década pasada, algo que comentaré en otro momento). Leder dirigió el primer largometraje de Dreamworks, un film de acción titulado “The Peacemaker”, con George Clooney y Nicole Kidman.

Sus opiniones son especialmente interesantes, porque Leder, que actualmente trabaja en series de televisión preferentemente, expresa sin tapujos el daño que a su carrera profesional han hecho los fracasos de sus películas (especialmente la, por cierto, muy interesante “Pay it forward”), y que han hecho tambalearse la labor de esta estupenda directora, toda una walkiria del Steadicam que llegó a dirigir otra enorme action movie, como “Big Impact” con una competencia portentosa y una estupenda labor actoral. Recordemos que el cine de acción norteamericano es un terreno vedado para las mujeres. Parece que hay que tener testosterona en las venas para hacer ese cine, al menos según la casta de productores que actualmente manda en Hollywood.

La entrevista a Leder se ve completada con otra, más extensa, realizada a David Nutter, un director que se ha especializado en realizar pilotos de series televisivas, una labor desconocida y de gran importancia, pues el episodio piloto suele establecer el tono, las formas narrativas, visuales y estilísticas, de diseño de sonido, producción, incluso encuadres, movimientos de cámara, etc., que recorrerán toda la futura serie (no en vano los directores de los pilotos suelen ser los propios showrunners de los proyectos, o se convierten, como le ocurre a Nutter, en coproductores).

El índice de éxito de este realizador (medido en el hecho de lograr que el piloto se convierta finalmente en una serie, lo que es una decisión de la cadena que los produce) es el más alto de la industria, lo que le ha convertido en un director muy solicitado para nuevos proyectos (en su haber podemos encontrar pilotos de títulos como “Arrow”, “The Mentalist”, “Smallville”, la futura “Flash” -que acaba de ser aprobada, al parecer-, o “The X-Files”). 

Nutter, además, ha dirigido episodios de series de todo tipo, desde “Entourage” (una comedia realizada con modos ad-lib con mucha cámara en mano y estilo postdoc) hasta “The Sopranos” (de planificación clásica) o “The Pacific” (de elevado coste y abundantes escenas de acción bélica con mucha postproducción), lo que revela sus cualidades de todoterreno. Las series anteriores son producciones de HBO, una relación laboral de Nutter que se ha prolongado hasta alcanzar su máximo al encargársele la difícil tarea de la dirección del famoso episodio “Red Wedding” de la serie “Game of Thrones”, tal vez uno de los más anticipados de la historia de las series televisivas, y el que más comentarios ha generado, especialmente en las redes sociales. En la entrevista, Nutter da un par de detalles muy interesantes de cómo planificó las escenas más importantes de ese episodio, toda una escuela para cualquier director, y que obviaré para no dar demasiados detalles a quien no haya visto aún la serie.

Nutter me parece un tipo especialmente lúcido en una industria en la que esa cualidad no siempre es fácil de encontrar. Inteligente, resolutivo y absolutamente entregado a su trabajo; ha tenido, como Mimi Leder, una mala experiencia en el mundo del largometraje (“Disturbing Behavior”) que le ha mantenido, y le mantiene por ahora, alejado del cine para salas. En una de sus respuestas a la entrevista realizada por Brian Lowry, hay unas frases que suscribo plenamente. Dice así: “Dirigir películas actualmente queda en gran medida sujeto al azar, y si estrenas en el mismo fin de semana que 'Save Private Ryan' o algo así, tu película ya no será nunca más una buena película. Y esta forma de juzgar lo que es bueno y lo que no, es algo que no veo que sea lo mejor para mi como ser humano”.

Ciertamente, el Hollywood post-agónico (diríamos que es un zombi) contemporáneo, vive en un estado de histeria continua, acosado por la piratería rampante, las nuevas plataformas, la necesidad (¿necesidad?) de exitazos de primer fin de semana y una crisis de ejecutivos desoladora (no sé si esto ocurría antes, pero la gente que hoy en día lleva los estudios tienen unas carencias educativas básicas asombrosas), produciendo enormes franquicias en las que el director no es más que una pieza del engranaje, y en las que al final te parece que lo que menos importa es contar una buena historia, que, carajo, se supone que es lo que queremos hacer cuando creamos una película. Nutter, sabiamente, prefiere mantenerse en el mundo de la televisión, que le compensa sobradamente sus ambiciones personales, que se resumen en esto: contar bien una historia.

Es aleccionadora la lucidez que demuestra Nutter, viniendo de uno de los directores más cotizados de la escena televisiva norteamericana contemporánea, y a la vez sintomático de lo que pasa al otro lado del Atlántico. Aquí tenemos unos problemas terribles, que no obvian los que sufren el la supuesta “meca” del cine, que sobrevive apuntalada por todos lados y, me temo, en manos de las personas menos capacitadas para unos tiempos tan críticos.

La visión de Nutter de su trabajo y la descripción de cómo se relaciona con los actores, a la que se dedica otra parte de la entrevista, la comparto plenamente, y creo que del respeto al actor en el plató -quien, no lo olvidemos, es quien da la cara en una obra audiovisual- depende en gran medida el éxito de un trabajo dramático, así como del respeto al técnico. El secreto es saber escuchar.

Leder y Nutter, dos personalidades tranquilas, nada fatuas, que no gritan en sus rodajes y prefieren conducirse con modos suaves y educados, con métodos de trabajo diferentes (Leder no ensaya, hace sus blockings casi en tiempo real, Nutter prefiere los intensos ensayos y hacer su blocking a medida que se impregna de la historia) son llamados artesanos hoy en día por la crítica. Se trata del equivalente de los Henry Hathaway o los Raoul Walsh de hace 70 años. A mi me parecen los creadores verdaderos de una industria que ha encontrado, afortunadamente, una nueva vía de expresión en la televisión por cable y en los nuevos canales online (como Netflix), pero que ha perdido el norte en las grandes pantallas (o si no ya me dirán qué cojones hacen Zack Snyder, Olivier Megaton, McG y otros Djs del video assist actuales, meros iluminadores de storyboards dirigiendo proyectos de cientos de millones, y qué caterva de enanos mentales les aplauden mirando sus dailies). 

En realidad, Hollywood lleva perdiendo su norte 40 o 50 años ya, esto no es novedoso, lo que sí lo es, es la increíble incompetencia que los Estudios vienen demostrando en las últimas décadas, precisamente cuando pasaron a ser dirigidos por asesores financieros y fondos de inversión. Caray, curiosamente, lo mismito que está pasando en el resto del mundo y en otras tantas industrias.

En una de las reuniones que tengo periódicamente con ejecutivos, un tipo que cobra una pequeña fortuna al mes de una major me pedía largometrajes (los llamaba productos) de 25.000 dólares de presupuesto hechos con “Found footage”. Naturalmente, aquello pasó, eran los tiempos de los “Paranormal Activity” y la moda era aquella, pero el tipo todavía no ha sido despedido. Es una plaga que se extiende por muchas actividades económicas y que parece empaparlo todo de un moho que no se va y que lo cubre todo del mismo tono, como en aquella novela de Stephen King, y luego película de Brian de Palma, “Dreamcatcher”. El moho gris de la mediocridad.


La foto de David Nutter está en Wikimedia Commons, y fue tomada en la Comic-Con de 2012. Está bajo licencia Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 Unported. Su autor es Gage Skidmore.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Ya yo lo dije...



En Canarias, o al menos en Las Palmas, se dice mucho de esa forma, y se entiende perfectamente. Ya lo dije, señoras y señores. En mayo de este año. No hace falta ser futurólogo, sólo pensar un poco.


La ilustración "Gato fumando", de Louis Wain, 1879, está en Wikimedia Commons en dominio público.

jueves, 12 de diciembre de 2013

"Los Códices del Apocalipsis" Book Trailer




Este es el Book Trailer de mi nueva novela, "Los Códices del Apocalipsis" un thriller que parte de hechos reales, y que será publicado en 2014 por Tyrannosaurus Books. Os llevará del Vaticano a la superficie de la Luna, y más lejos aún, recorriendo más de 4.000 años de historia. Todo un misterio que muy pocos conocen y que puede cambiar el mundo, a peor. A mucho peor. Iré posteando más detalles del libro a medida que se acerque la fecha de publicación.

sábado, 7 de diciembre de 2013

La Cultura de la Mentira – 11




Esta imagen es una mentira. Esto, que podría parecer el título de un cuadro perdido de Magritte, es la mejor forma de comentar esta foto, que tomé hace unos días en Las Palmas de Gran Canaria. Eso que ven son las fachadas de dos sucursales de Bankia. La Caja de Canarias, que es la marca que exhiben, fue absorbida por aquel banco y ya no existe, desde hace ya más de dos años. Aquella marca que había nacido décadas atrás y en la que confiaban tantos ciudadanos, fue destruida, como otras cajas (la lista es larga), por la acción de un grupo de tipos a los que alguien convenció de que sabían de banca y que fueron colocados a dedo en los Consejos que la dirigían.

Esa gente sigue, por ahora, impune, gozando de los restos de los sueldazos que les pagaban, y/o de las indemnizaciones que arañaron al ser expulsados de los consejos de administración de aquellas instituciones de ahorro que contribuyeron a aniquilar. Como bien saben, los miembros de esa manada pertenecen a sindicatos, partidos políticos, y en fin, a esas castas que han mantenido hasta ahora el desastre institucionalizado y la corruptela como las formas españolas de manejarse en los negocios. No han sido tocados, como prácticamente todas las cosas que realmente fallan en el país, mientras que a los ciudadanos se les ha arrebatado lo poco que habían conquistado con sangre y sudor de generaciones anteriores.


Pues bien, los nuevos dirigentes de Bankia, ese banco zombi que hemos rescatado todos los españoles, siguen manteniendo las viejas formas. Una de ellas es esta mentira: hacer creer a los clientes despistados de estas sucursales -gente mayor casi siempre- que la vieja Caja en la que depositaron su confianza hace lustros todavía existe.

Me parece muy vil, y alguien debería denunciar estos desmanes. ¿Qué puedes esperar de un banco que engaña a sus clientes desde su mismísima fachada y desde la marca que exhibe? ¿Es que hay cosas que sólo pasan en España?

No es sino un ejemplo más del estado de cosas actual.


Las fotos las tomé con mi iPhone el día 18 de octubre de 2013. Son las sucursales de Bankia sitas respectivamente en el Paseo de Tomás Morales, 98 y en la calle Pío XII, 69 de Las Palmas de Gran Canaria. A fecha de publicación de este artículo, sus anuncios y luminosos no han cambiado todavía.

sábado, 30 de noviembre de 2013

Los viejos doblajes



TCM está emitiendo en su canal español “Sucedió una noche” (“It happened one night”, Frank Capra, 1934). Esto no es noticia; TCM repite en su parrilla a lo largo del año y en horario de Prime Time una serie de películas “que todos los espectadores conocen” (un mínimo común divisor) según, supongo, sus estudios demográficos y de audiencias, así que este título aparece periódicamente en ese horario.

El caso es que TCM emite una copia doblada con varias lagunas de sonido en las que nadie se ha molestado en añadir un doblaje nuevo ya que, o bien el que se usa en la emisión estaba deteriorado en esas escenas, o no existía (por motivos de censura en la época en que se hizo el doblaje, o de ausencia de nuevos montajes disponibles). Es más barato hacer eso (o sea, nada; ni siquiera subtitular esas escenas que están sin doblar, en las que las voces saltan abruptamente al inglés original y regresan igual de abruptamente al castellano doblado) que organizar un nuevo doblaje para títulos que están, es un suponer, amortizados, y de los que se espera poco más que unos pequeños ingresos cada año.

Los canales que emiten películas (o las empresas que editan DVDs) resuelven estos problemas mediante ciertas estrategias. Si ciertas partes del doblaje que se utiliza para las emisiones o ediciones, generalmente realizado hace unos 30 a 40 años, están deterioradas por viejas, hay que sustituirlas por otras realizadas en el momento presente, es decir, se parchea sólo lo necesario con un par de takes (grabaciones) nuevas de las frases problemáticas, y listo. Para ello y para minimizar costes, se han de buscar actores con voces de doblaje parecidas a la de los actores del viejo doblaje (lo que implica esa extraña sensación de oír por unos instantes una voz diferente durante el metraje), o a los mismos actores en caso de que sigan vivos. Esto, en el caso de la emisión de "Sucedió una noche" ni siquiera se lo han planteado en TCM. A veces me pregunto si alguien hace un control de calidad de esas emisiones de cine.

Un problema de esta política es el doblaje que se adquiere con el título a emitir. Creo que en muchos casos son doblajes realizados entre los últimos 60 y los primeros 80 para Televisión Española, con un conjunto de voces bien reconocibles. El caso es que las copias que se doblaron entonces no tenían banda internacional, es decir, la música y los diálogos están en la misma banda, sin separar, al recibir la película en el estudio de doblaje. Eso obligaba a los estudios de sonido a crear un nuevo canal internacional, diseñando los efectos sala que aparecen en las escenas con diálogos... y también, en ocasiones, las músicas.

Lo de que se realizaron para TVE es una conjetura. Parto de que recuerdo haberlas visto así a principios de los 80 y que en aquellos años, inmediatamente previos o iniciales al advenimiento del vídeo doméstico en España, no había editoras de video capaces de pagar doblajes ni de adquirir aquellos viejos títulos; sólo TVE podía permitírselo.


Por tanto, en esos doblajes, y en cuanto había un diálogo con música, el ingeniero de sonido de doblaje debía sustituir la música de fondo por alguna “parecida” de biblioteca, o bien hacer un “frankenstein” musical obtenido de otras partes de la película en las que no había diálogos (Hay otra opción, y es mezclar el sonido de las voces españolas sobre el sonido original, lo que hace que las voces originales sean inevitablemente audibles. Eso también pasa en otros títulos sin banda internacional). Así, estos doblajes cometen (para el purista) un doble sacrilegio; al que ya de por sí representa el doblar una película, se añade que la música que acompaña a los diálogos doblados no es la de la película; proviene de una librería musical que el ingeniero de doblaje tenía a mano y que juzgó “parecida” o "conveniente" hace unos 30 años. En películas como "Alma en suplicio" (“Mildred Pierce”, Michael Curtiz, 1945), el origen “pop” eléctrico de la música de fondo que aparece en las escenas dobladas resulta chocante y anacrónico para una película producida en las postrimerías de la II Guerra Mundial; uno se pregunta en qué coño estaba pensando el tipo que hizo las mezclas de aquel doblaje.

En otros casos, como el de “Sucedió una noche”, te preguntas si la música que ilustra algunas escenas (como aquella en la que Clark Gable y Claudette Colbert tienen una bronca que termina en apasionada declaración de amor de ella en una cabaña de un hotel de carretera) realmente está sustituyendo a alguna o es que el ingenioso ingeniero de sonido decidió que “había que meter música” en aquella escena para que "quedara mejor”. En 1934, si bien las mezclas de sonido ya existían, las películas en algunos casos eran bastante parcas en términos de ilustración musical, especialmente si la música podía interferir con los diálogos. Pensemos que el cine sonoro tenía apenas 7 años de edad en aquellos tiempos y que hacía unos 5 años como mucho que se trabajaba con varias pistas separadas (previamente, en los primeros años del sonoro, todo el sonido de una película debía de interpretarse en directo en el momento del rodaje; eran los años en que para hacer una versión en español de una película, Hollywood contrataba a actores españoles para que rodaran en los mismos escenarios, y en horario nocturno, las películas que producían de día -con ejemplos señeros como el "Drácula" español que rodó  George Melford simultáneamente al de Tod Browning con un lustroso y acharolado Carlos Villarías en el papel de Bela Lugosi-).

Volviendo a estos doblajes nuestros, en los casos en que el ingeniero era lo suficientemente manitas o estaba inspirado, se reproducían, como comentaba antes, para las escenas dobladas, momentos musicales de otro instante de la película que estaban libres de diálogos para que sirvieran de fondo a aquellas. A veces esos fragmentos son tan cortos que el mezclador debe de crear un ciclo o loop de sonido que los alargue (recordémoslo: son doblajes de hace 30 años, lo que implica bobinas de audio abiertas y loops realizados con ciclos de cinta analógica pegados con cinta adhesiva, pues en aquellos años el Pro Tools era un sueño de ciencia-ficción. Fermín Alejandro, montador de uno de los cortos que hice para el programa “Cine Canario” en los 80, hizo un par de ellos ante mi, poniendo la cinta a caminar en un gran ciclo que él mismo montaba a través del escritorio de su mesa de trabajo, y usando lápices para que la cinta pasara por ellos antes de volver al cabezal en un ciclo sin fin; cuanto más largo el ciclo, más larga y alambicada era la trayectoria que la cinta magnética debía de recorrer).

En la versión doblada de “Satanás” (“The Black Cat”, Edgar G. Ulmer, 1934), para cuyo doblaje se usó esta técnica, los ciclos musicales llegan a crear una suerte de nueva partitura casi abstracta llena de motivos que se repiten una y otra vez (y que no lo hacen en la versión original, naturalmente) haciéndola parecer una obra diferente, casi de metraje encontrado (o de sonido encontrado más bien), que reinterpreta el original con loops de la partitura de Heinz Roemheld para la película (amén de varias composiciones de Lizst, Schumann, Beethoven, Bach, Schubert y Thaikovsky que también se usaron originalmente).

El caso de “Satanás” es curioso, pues es una película con un score bastante largo; la partitura musical de la obra es extensa y cubre gran parte del metraje, toda una novedad en 1934. Eso daba al montador de sonido del doblaje de TVE espacio del que extraer músicas para recolocarlas en las partes dobladas, pero parecía tener el hombre querencia por un determinado fragmento que aparece una y otra vez en los fragmentos doblados.

Por cierto “Satanás” no adaptaba, a pesar de su título original, una obra de Poe, sino que se usó aquel título como elemento promocional. La historia no tiene mucho que ver con Poe, aunque algo de él hay, tal vez de su cuento “Berenice”. Fue la película más taquillera de Universal en 1934. Consultando la hemeroteca de El Periódico, aparece emitida en un corto ciclo de terror de TVE el 7 de junio de 1984. También se emitieron en aquel ciclo “La Torre de Londres”, “La novia de Frankenstein”, ambas con con Karloff y “El lobo humano”, con Henry Hull. Recuerdo haber visto por aquellas fechas “El Cuervo”, también con Karloff y Lugosi, así que aquellos doblajes encargados por TVE de películas sin banda internacional parecen concentrarse en los primeros años 80.

Todo este demente reciclaje del audio de decenas y decenas de películas en su doblaje al español ocurría por dos razones. Primera, que si se habían estrenado en España, eran títulos previos a los tiempos de la Guerra Civil que no habían sido doblados antes de aquel primer doblaje de los años 70 (el doblaje fue un invento de la dictadura; no existía en tiempos de la República, o al menos no en grandes cantidades), o bien el doblaje antiguo se había perdido o estaba demasiado deteriorado, por lo que había que doblarlas sí o sí y en poco tiempo y segunda, que el presupuesto de un doblaje para TVE en los años 70 estaba limitado, por lo que no había demasiado para detenerse en florituras.

Pero creo que aquello también pudo afectar a algunos títulos posteriores. Creo recordar que en “Los Caballeros del Rey Arturo” (“Knights of the Round Table”, Richard Thorpe, 1953) el épico y precioso leit-motiv de la banda sonora de Miklós Rózsa se repetía demasiado en la emisión de TVE de los años 80. Y cuando compré el disco descubrí que, efectivamente, no se oía tanto en el disco como en la película; hablo de memoria, así que en este caso podría equivocarme. No en los casos anteriores, pues he revisionado recientemente, vía TCM también, “Alma en suplicio” y otras películas con doblaje de aquellos años con resultados sorprendentes (el baile de esta película con música de boite setentera de fondo que ya he comentado es especialmente sonrojante).

Otro caso radical de esta “escuela” de usar siempre que se pueda el material sonoro de la obra original es el de “Atrapados” (“Caught”, Max Ophüls, 1949), un clásico noir injustamente menospreciado, en el que la versión doblada elimina directamente los efectos de sonido en un par de escenas (no habría dinero para grabar efectos sala propios), en este caso la máquina del millón con la que juega Robert Ryan en la película y que tiene importancia dramática. En otra escena, esta dentro de una ambulancia, el empalme del “ciclo” realizado por el ingeniero de sonido es bien notorio. En otra se percibe claramente que la banda de sonido original sigue en el fondo del audio, escuchándose las voces originales bajo las dobladas. Este doblaje fue realizado en 1973 para ser emitida por TVE en el programa Cine Club el 9 de diciembre del mismo año por Parlo Films en Barcelona; James Mason fue doblado en esta ocasión por Rogelio Hernández, que fue durante la mayor parte de su carrera la voz española de Paul Newman. Se trata del segundo doblaje de un total de tres que se han realizado para esta cinta. El primero debió de ser hecho para el estreno, luego se hizo este, y otro en 1986 (realizado en Tecnison, Madrid, y con la voz de Carlos Revilla, el primer doblador español de Homer Simpson) que creo se utilizó para un pase de TVE el 23 de febrero de 1990 (datos en todos los casos de Eldoblaje.com). Sólo conozco el segundo doblaje, que es el que comento en este párrafo. Lo lamentable de todo esto es que el trabajo de tantos dobladores españoles queda condenado al olvido, pues muchos de estos trabajos acaban perdiéndose para los futuros espectadores. Probablemente el de 1990 tuviera ya separación entre efectos sala y músicas, pero no lo sé. Puede que no, si -y es lo más probable- los masters utilizados fueron los mismos.

El resultado de aquellos doblajes con músicas "reconstruidas" es un puñado de películas clásicas con sus diseños originales de sonido masacrados, en las que el ángel del sonido original ha sido mutilado, diríamos que deconstruido y vuelto a contruir con materiales de baratillo y ocultado hasta lo indecible.

El asunto podría tener su gracia si no fuera porque ni los programadores de TCM ni nadie parece haberse apercibido de ello (normal; cada vez los programadores y responsables de las cadenas saben menos del material que emiten). No entiendo por qué no se avisa a los espectadores de que van a ver -y oír- una película de la que no se está respetando su partitura original, ni sus efectos sala originales, simplemente por no pagar un doblaje nuevo, y utilizando un viejo doblaje realizado hace 35 años en condiciones casi de subdesarrollo. Antes se advertía convenientemente cuando se emitía una película coloreada ¿Por qué no se hace lo mismo cuando se mutila su sonido?

No quiero hacer leña del árbol caído de aquellos ingenieros de sonido que tenían que hacer lo que podían con el material que se les entregaba y en unas condiciones más bien heroicas, pero es perentorio que los canales de televisión respeten la integridad de las obras que emiten (encima hablamos de canales de pago). Bien es verdad que puedes acceder a la versión original del sonido actualmente en los canales duales, pero eso no basta. Hay que informar al público de que lo que va a ver y oír no coincide con el original. Lo contrario es un puro pecado de desidia e ignorancia del material que te da de comer.

Pd.: Algunos datos.

Fechas de doblajes de las películas citadas en el post. Fuentes: Eldoblaje.com y la base de datos de películas calificadas del ICAA.

-“Alma en suplicio”. Doblaje realizado en 1982 para TVE en Sonoblock (Barcelona). Emisión por TVE el 15 de septiembre de 1982. Consta un doblaje original para su estreno en cines (supongo que perdido o deteriorado) en 1948 en los estudios Acústica (Barcelona). Sería interesante buscar alguna copia del estreno original, si existiera, o algún telecine realizado a partir de ella.

-”El Cuervo”. Doblaje realizado en 1979 para TVE en CineArte (Madrid). No se indica fecha de emisión. Consta un redoblaje en 1989 para TVE también, posiblemente.

-”La torre de Londres”. Doblaje realizado en 1984 para TVE. Emitida el 21 de junio de 1984. Este doblaje sí cuadra en tiempos con el ciclo de terror de TVE que cito en el artículo.

-“Satanás”. Doblaje realizado en 1989 para TVE. No se indica fecha de emisión ni existencia de doblaje previo. La película no aparece en la base de datos del ICAA ni consta como estrenada en España en Imdb, por lo que no parece haberse estrenado en España en el año de su producción; me extrañaría en ese caso que ese doblaje fuera el primero y puede que haya un error en la ficha de Eldoblaje.com, ya que la fecha es demasiado cercana al doblaje que debió de hacerse para el miniciclo de terror de TVE de 1984, que no consta.

-“Sucedió una noche”. Doblaje realizado en 1989 para TVE. Emisión por TVE el 15 de enero de 1989. Aparece un doblaje previo también realizado para TVE en 1968 (supuestamente perdido o dañado) y emitido el 30 de noviembre de 1968. En 1934 se estrenó en España, supongo que doblada, ya que el doblaje se inició en España dos años antes, pero no hay referencia alguna de aquel posible primer doblaje.

No hay información sobre el doblaje de “Los caballeros de la mesa redonda”.


Las imágenes las encontré en Wikimedia Commons. Pertenecen a los trailers de "Sucedió una noche" y "Mildred Pierce". Están en dominio público. 

Curiosamente, la imagen de "Sucedió una noche" ha sido invertida especularmente con respecto a la original que se puede ver en la película; es probable que fuera por razones contractuales, para que apareciera primero y a la izquierda el nombre de Clark Gable.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Epistolario (1 de 5)



Esta carta la remití a la Comisión Mixta de Control Parlamentario de RTVE. A ella he adjuntado los mensajes, un tanto peculiares, que recibí de la Defensora del Espectador de TVE respecto a mi reclamación.

Al final del artículo comento las respuestas recibidas por parte de los parlamentarios.


--oOo--


Señoría,

Soy director y productor de cine, y quisiera llamar la atención sobre una conducta que TVE, nuestra televisión pública, lleva realizando desde hace años, que creo se aleja de su filosofía como servicio público y muy posiblemente de sus estatutos.

Como ustedes bien saben, TVE emite películas, series de televisión, o documentales de producción propia y ajena. Estas emisiones, en las televisiones públicas de otros países (BBC, ORF, TF1, RTP, STRG, SRG SSR, BNN, incluso PBS en Estados Unidos) están presididas por un concepto que creo es fundamental para un servicio público: el respeto integral a la obra emitida, y no son interrumpidas ni desfiguradas. En cambio, TVE, desgraciadamente, sí lo hace. Es la única televisión pública del entorno europeo que desfigura y distorsiona las obras que emite. Me explicaré.

Considerando a una película o documental como una obra artística y cultural, creo que modificarla con intereses espúreos es todo un atentado hacia ella, de la misma forma que lo sería pintar encima de una obra expuesta en el Museo del Prado, o añadir publicidad de lavadoras a un concierto de Mozart o Schubert. Hay cosas que, todos estamos de acuerdo, no ayudan a extender el respeto por la obra cultural y artística entre las gentes. Y creo que precisamente extender el respeto hacia las obras de arte y la cultura es una tarea básica de una televisión pública.

Esto, que no se exige -ni cabría hacerlo- a las televisiones privadas, es algo fundamental en ese concepto de televisión pública que se maneja en Europa y América, que es una televisión que además de cumplir aquel trío de “formar, informar y entretener” prolonga su misión integral hacia la formación de los espectadores.

Hoy en día, ni que decir tiene, el cine y otras manifestaciones audiovisuales son ya parte de nuestra cultura, y la formación de un espectador maduro, con capacidad decisoria, y que viva el respeto a la obra que disfruta, creo que es parte del deber de una televisión pública para la ciudadanía.

Y en ese aspecto creo que TVE incumple gravemente con su deber. Si bien su programación en cine y series, aunque mejorable, sigue siendo rigurosa, es el tratamiento de esas obras donde ese deber falla. En dos puntos:

1- TVE corta los títulos de crédito de todas las películas, documentales y series de TV que emite.

2- TVE interrumpe la exhibición de las películas, series de TV y documentales que emite mediante autopromocionales insertados digitalmente sobre la propia imagen de las obras, desvirtuándolas. En ocasiones -en los documentales- estas inserciones aparecen justo sobre los textos o subtítulos de las obras emitidas, impidiendo su lectura.

Estas dos actitudes son comunes en las televisiones privadas1. En ese caso, de nuevo, nada que objetar, están en otro “escenario” de competencia comercial. Sin embargo creo que una televisión pública debería, por definición y respeto elemental a la obra emitida, hacerlo en su integridad -sin cortar créditos- y manteniendo la obra íntegra, sin desfigurarla insertando mensajes ajenos a ella.

Creo que estas dos actitudes de TVE con los programas que emite reflejan un escaso respeto por ellos. Y eso se extiende, claro, a los espectadores. ¿Cómo esperamos formar espectadores si se desprecia a las obras emitidas de esta manera? Ese tratamiento curiosamente no lo sufren las obras “de la casa” (cuyos títulos de crédito de salida nunca son cortados, y que no son interrumpidos con autopromos -caso de series propias como “Isabel” o “Águila Roja”, esto es, las “novedades”-) ni otros productos emitidos, tales como las retransmisiones deportivas o los informativos, lo que implica un desprecio añadido a la obra audiovisual cinematográfica o documental que creo es indigno de la labor de un medio público. ¿Se emite “La Diligencia”? Se pueden cortar sus créditos y mutilarla con autopromos. ¿Una película de Fellini o Dreyer? En una de sus escenas se nos anunciará con una animación que “mañana hay nuevo episodio de 'Isabel'” o que “Esta semana, hay un gran partido de Nadal en La 2” ¿En un partido del Barça o del Madrid pasa lo mismo? No, no se interrumpen con autopromos. Creo que es intolerable este burdo desprecio a la cultura y a la integridad de la obra emitida. Salta a la vista lo dañino de estas actitudes, indignas de un medio pagado con los impuestos de los ciudadanos.

Cuando me he puesto en contacto con la Defensora del espectador de TVE he obtenido respuestas vagas y francamente indocumentadas. En el primer caso, en el año 2011, se me dijo que los créditos de salida de las películas son “tiempo muerto”. Sorprendente respuesta, pero es que el director de programación de entonces, al que se trasladó la pregunta, venía de la televisión privada, y tal vez no entendiera términos como “integridad de la obra artística” o “formación de los espectadores”. En aquel año todavía no se había empezado a meter texto digital sobre películas, series y documentales anunciando algo especialmente destacado de la programación futura. Este año (2013) he reiterado la consulta añadiendo el problema de los autopromos insertos sobre imagen y se me ha respondido con lo mismo más o menos, añadiendo que los autopromos con imagen se han añadido, simplemente “porque otras televisiones lo hacen” y porque “la ley audiovisual no les obliga a no hacerlo” (¡!).

Ante respuestas tan poco razonadas, básicamente insatisfactorias e insuficientes, quisiera rogarles a que solicitaran al Director General de TVE, en cumplimiento de los Estatutos de RTVE y de su deber de servicio público que se cumplan estos dos puntos tan elementales, a saber: que se respeten los títulos de crédito de todas las obras emitidas y que asimismo se eliminen los autopromos sobre imagen en emisión, como hacen las televisiones públicas del resto de occidente.

Pd.: Les adjunto las dos respuestas de la Defensora del Espectador, por si son de su interés.

Estimado Sr. Quiroga,

muchas gracias por seguir en contacto con nosotros. No podemos sino reiterarnos en lo ya indicado:

 Los responsables de la programación diseñan las parrillas con el objetivo de satisfacer a la mayoría y nos indican que los estudios cualitativos y cuantitativos que realizan ponen de manifiesto que los títulos de crédito de los largometrajes y de los documentales son segmentos de muy larga duración (desde cinco minutos hasta incluso diez) sin contenido específico que, en el fluir de la programación de una cadena de televisión suponen una interrupción brusca de la misma, por lo que esta gran mayoría de espectadores agradecen poder continuar viendo su programación de televisión sin tener que esperar periodos “muertos” de varios minutos al finalizar un contenido. Las decisiones sobre las emisiones de los títulos de crédito corresponde tomarlas a los responsables de la programación, puesto que la Ley Audiovisual no obliga a ello.

No es la primera vez que recibimos una consulta como la suya por lo que la defensora lo llevó a su programa RTVE Responde:


Además, también hemos tratado este tema en nuestros informes al consejo de administración:


Seguiremos insistiendo sobre este tema.

En relación sobre los avisos que se insertan durante la emisión, forman parte de la práctica habitual de todos los medios de comunicación para mantener a su audiencia bien informada. Sentimos mucho si ello le incomoda.

Reciba nuestros más cordiales saludos.

Oficina de la defensora del espectador, oyente e internauta de la Corporación RTVE



De:        Elio Quiroga Rodriguez 
Para:        defensora@rtve.es
Fecha:        11/09/2013 13:39
Asunto:        Formulario de participación Todos. (defensora)


Asunto
Asunto
TVE
Programa
Todos.
Fecha y hora de emisión
Diaria
Escribe aquí tu queja o sugerencia
Estimada Defensora, Hace un par de años me dirigí a usted para consultarle la razón por la que se cortaban los créditos de películas y series en TVE. Le pongo al final del mensaje nuestra correspondencia al respecto, incluyendo la respuesta que ud. me envió. Pasados los años y visto que el problema persiste, si no empeora, quisiera consultarle los dos extremos que siguen: 1- ¿Por qué TVE no respeta en toda su extensión los créditos de las películas y series que emite? En una TV pública me parece inadmisible que se manejen las obras audiovisuales con tan poco respeto a su intergridad artística. No me sirven criterios de audiencia para justificarlo. Las obras han de ser respetadas, incluso como valor pedagógico, de modo que las nuevas generaciones se eduquen como espectadores. Del mismo modo que nadie se levanta en un concierto en el último movimiento de una sinfornía, o no se corta ésta en una transmisión en directo de una interpretación orquestal, TVE debería ser escrupulosa por el \\\"valor de ejemplo\\\" que la responsabilidad pública implica al respecto. 2- ¿Por qué TVE inserta textos y animaciones autopromocionales sobre las imágenes de las obras que emite? Esto es además de ser de una extraordinaria gravedad, pues se interrumpe gravemente la continuidad de la experiencia del espectador en el visionado, o incluso se tapan textos que aparecen en el programa o película emitidos.

"Gracias por dirigirse a la Oficina de la defensora. Su correo se ha recibido correctamente. Si su comunicación es admitida a trámite, recibirá respuesta en un plazo máximo de 30 días. Las opiniones o sugerencias de interés serán trasladadas a las áreas de gestión correspondientes".  


En respuesta a:

Estimada Defensora, gracias por su amable carta. Le rogaría hiciera llegar al Director de Antena mi respuesta, y por extensión al Consejo de Administración.

Estimados señores,

Vista su respuesta sobre mi consulta respecto a las interrupciones de títulos de crédito de obras cinematográficas o series y los avances de programación, quisiera comentarles mi opinión al respecto.

Respecto a las interrupciones de los títulos de crédito, la respuesta recibida implica (y cito) que se trata de segmentos de larga duración sin contenido específico y suponen un corte brusco o período muerto. Si bien todas las cadenas realizan la misma política, hace 15 años este concepto ni se planteaba, y el respeto por la obra audiovisual era también asumido por los espectadores. Porque de eso se trata en el fondo. Si una televisión respecta los contenidos que emite, transmite, en mi opinión, un valor positivo al espectador. Ello deviene comprobado en sus excelentes emisiones sin cortes publicitarios de largometrajes, en las que la progresión dramática es respetada, algo de agradecer sin duda alguna.

Con todo, el visionado de una obra de cine, como de una obra musical, requiere de su observación completa, y ello incluye los créditos, de la misma forma que un segmento "largo" o un "adagio" de la emisión de una obra musical no los considero tiempos muertos. Siendo todo esto una cuestión de opiniones, no lo es la necesidad de inculcar en el espectador el respeto por la obra audiovisual y, de la misma forma que a nadie se le ocurre cortar los títulos de crédito iniciales de una película (pues nadie duda que son parte de la obra), lo mismo debería ocurrir con los de final, que son en análogo audiovisual de las "codas" de las obras musicales; segmentos necesarios para que el espectador termine de disfrutar la obra, la medite, o simplemente escuche la banda sonora, no voy a entrar en detalles porque no creo que deba justificar nada. Asimismo ustedes saben que hay ciertas películas que "regalan" al espectador con un epílogo al final de los créditos, que para ser disfrutado requiere de su visionado completo.

Cuando se extienden prácticas como esta, en mi opinión se obvia la obligación de todo servicio público de educar al espectador. Y en unos tiempos como estos, educar en el respeto a las obras y su integridad creo que es perentorio. Pero desde luego, cuando se empieza a hablar de créditos como "tiempos muertos" creo que el concepto de servicio público se sigue mezclando con criterios de audiencia (el temor a perder espectadores) y una infantilización del público que creo no nos ayuda a nadie. Al mismo tiempo, quisiera que el Director de Antena supiera que, al menos en el caso del cine español, los créditos no pasan de los 3 minutos, así que su argumento de 10 minutos de tiempo muerto deviene algo exagerado, si bien, supongo, perfecto para su exagerada tesis. Curiosamente, el mismo mensaje del Director de Antena, habla de productos, no de obras. Algo ya bastante significativo, sobre todo si, insisto, estamos hablando de un servicio público.

Opino análogamente del asunto de los banners sobre las películas, series o programas; el hecho de que sean práctica generalizada en otras televisiones, ni los hace buenos, ni deseables para una televisión de servicio público, pues el nefasto concepto de no respetar la obra en emisión se extiende a los espectadores ("se puede interrumpir una obra con banners publicitarios, se pueden cortar créditos, todo vale"), obviándose, lo repito una vez más, la obligación de formación y de ejemplaridad de una televisión pública. Y eso no es opinable.

Todo esto no parece sino un terror heredado de los tiempos de la lucha de audiencias de perder a unos espectadores que, si bien disfruran de una televisión de calidad y de servicio público, no se les supone lo suficientemente inteligentes ni rigurosos como para exigir que con sus impuestos se pague la emisión de las obras artísticas -que eso son las obras audiovisuales- en su integridad, y en resumen, se implica un concepto peyorativo de la inteligencia de las audiencias que no creo que nos lleve a nada bueno. Y de hecho, TVE sigue publicitando sus audiencias diariamente, manteniéndose en la pelea del "y yo más", lo que, en mi opinión, contradice por definición el deseo de ser un servicio público. No es malo tener audiencia, no es malo presumir de ello; sí lo es conservar costumbres groseras creadas por lo peor de la televisión comercial y que TVE hubo de imitar cuando estaba en la lucha por la audiencia más agresiva. No olvidemos que el origen de todo esto (cortes de créditos y banners en mitad de emisiones) está en las televisiones privadas, no en TVE, que ahora parece abrazar como suyo el asunto.

Finalmente, como veo en diversos blogs (http://blogs.que.es/blogdealcorcon/2010/2/17/la-dictadura-del-espectadorado-) que la respuesta del director de programación y parte de la suya parecen provenir de un modelo de copiar y pegar, espero y deseo que nuestras cartas lleguen al Consejo de Administración. Les recuerdo que en Suecia tuvo que ser el Tribunal Supremo quien defendiera los derechos de autores y espectadores sobre este asunto, algo por otro lado bastante lamentable.

Quedando a su disposición, aprovecho la ocasión para enviarles un saludo cordial.


2010/3/2 DEFENSORA DEL ESPECTADOR <defensora@rtve.es>

Estimado Sr. Quiroga, 

   Gracias por dirigirse a la defensora con sus observaciones sobre la omisión de los títulos de crédito de las películas y los rótulos que informan sobre la programación, que he remitido a la Dirección de TVE para que conozcan su opinión y sea, debidamente, tenida en consideración. 

   Sobre los títulos de crédito son numerosos los correos que se han recibido en esta oficina por lo que ya dispongo de una respuesta del Director de Antena - que le copio a continuación -, sobre los criterios por los que se omiten actualmente los títulos de crédito.  

 "Los títulos de crédito de los largometrajes son segmentos de muy larga duración (desde cinco minutos hasta incluso diez) sin contenido específico que, en el fluir de la programación de una cadena de televisión suponen una interrupción brusca de la misma". En su escrito, José Antonio Antón me dice que TVE se rige por el interés de la mayoría de los espectadores de televisión que "agradecen poder continuar viendo su programación de televisión sin tener que esperar períodos “muertos” de 10 minutos al finalizar un producto". 

  Comprenda Usted que estas decisiones corresponde tomarlas a los responsables de Programación y Antena y a la defensora respetarlas, pero tenga por seguro que recogeré su queja en el próximo informe trimestral para el Consejo de Administración, al tiempo que me propongo abrir una reflexión en la Dirección de TVE sobre la pertinencia de mantener los títulos de crédito cuando su omisión pueda dañar la obra narrativa.  

   En cuanto a los avances de programación  o 'banners' que se sobreimpresionan en la emisión de algunos programas, he informado reiteradamente a la Dirección sobre lo molesto que resulta para los espectadores, y la respuesta siempre ha sido que Emisiones intenta insertarlos de la forma menos invasiva posible, pero que es una formula para anunciar la programación.

  Le agradezco enormemente el interés que muestra en la calidad de las emisiones de TVE y le aseguro que su correo ha llegado a los Directivos de TVE que toman las decisiones, pues sus apreciaciones nos ayudan a mejorar. 

   Aprovecho para enviarle un cordial saludo, 

 Elena Sánchez Caballero 


Asunto 
Programa 
Películas, series, y todos los programas con títulos de crédito. 
Motivo de la consulta 
Sois desde hace ya un par de meses un servicio público. Deberíais empezar por perder dos vicios que creo no tienen sentido en vuestra nueva forma de hacer, heredados del modelo de televisión privada:: Primero, no cortéis los créditos de las películas; el respeto a la integridad de la obra artística empieza por ahí. Segundo, no introduzcáis esos molestos \\\"adelantos sobre imagen\\\" de próximos programas durante las emisiones, sean de películas o series, como por otro lado no hacéis en los informativos. De nuevo ello implica respeto por la obra emitida. Como director, creo que debo reivindicar esos dos puntos que, insisto, creo no tienen cabida en una televisión pública que ha de defender una corrección en la forma de emitir películas. El público puede y debe ser educado en ese respeto a la obra y su integridad, y desde luego, eso sí es responsabilidad de una TV pública. Saludos, y gracias por lo que estáis haciendo. 


1En el caso de los autopromos integrados sobre películas o series, ocurren en las televisiones privadas mayoritarias. En cambio, Canales como Discovery Max, Canal de Historia, Calle13, Sci-Fi, TCM, Hollywood, MGM, National Geographic, MTV, Divinity, AXN, Energy, Boing, Disney Channel, y un largo etcétera de canales de TDT, en abierto y de cable comerciales españoles emiten sus programas respetando los créditos y sin insertar autopromos en el metraje. Estas conductas no están bien vistas en el medio televisivo, y sólo las ejercitan los grandes canales generalistas españoles y sus satélites: Antena3, La Sexta, Cuatro, Telecinco y los dos canales de TVE, siendo paradójicamente la televisión pública la más agresiva en cuanto al tamaño de los insertos autopromocionales y el número de ellos por hora, algo absolutamente intolerable. Creo que en las televisiones autonómicas pasa algo similar.



Nota: El mail fue remitido a doce miembros de la Comisión Parlamentaria (Comisión Mixta de Control Parlamentario de la Corporación RTVE y sus Sociedades).

Recibí respuesta por email de tres de ellos: Ricardo Sixto (IU), Ángeles Álvarez (PSOE) e Isabel Rodríguez García (PSOE) interesándose por el asunto. Ricardo Sixto me anunciaba en su mensaje que presentarían una PNL (Proposición No de Ley) al respecto.

Los nueve restantes no respondieron: Ramón Moreno (PP), Montse Surroca (CiU), Joan Baldoví (Grupo Mixto), Marta González (PP), Félix Lavilla (PSOE), José Olmos (PSOE), Julieta Micheo (PP), Aránzazu Miguélez (PP) y Daniel serrano (PP).

He procedido a remitir copia de la carta a la Defensora del Pueblo, Soledad Becerril (PP), y estoy a la espera de respuesta por parte de la institución.
 

La imagen que ilustra este texto está en Wikimedia Commons.Postmaster General James A. Farley is shown sitting with some of the hundreds of thousands of letters mailed during National Air Mail Week, May 15-21, 1938. The national celebration honored the 20th anniversary of the first regularly scheduled airmail service. President Franklin Roosevelt and his Postmaster General encouraged everyone to send an airmail letter during the week-long event. Es propiedad de la Smithsonian Institution. Está en dominio público.

Exposición abierta hasta julio.

Mi exposición fotográfica "El Risco: la montaña habitada" sigue abierta hasta julio en la Sala MAPFRE Ponce de León,  C. Castillo,...